lunes, 10 de enero de 2011

Desventuras en el País Jardín-de-Infantes

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Hace una semana, en una conversación en la playa, comentaba que la dictadura a mí me había mostrado la verdadera cara de muchos, porque ser demócrata cuando es la democracia la que rige, es relativamente sencillo, ser amante de la paz y del entendimiento de los pueblos cuando no suenan los tambores de guerra, cualquiera lo es. Cuando la paz peligra, cuando la democracia peligra, cuando los derechos humanos se violan, es en esos momentos donde se ven las verdaderas cualidades humanas, y las ideológicas también.
Ahora que perdimos a María Elena Walsh quiero rescatar un texto histórico que funcionó como un rayo de luz en aquellos años. Recuerdo cuando se publicó. Los comentarios que generó y cómo comenzó a circular. En una entrada previa ya había hecho referencia a este artículo de MEW.
Se publicó en agosto de 1979 en el suplemento cultural de Clarín y fue un manifiesto contra la censura y las listas negras del proceso militar. Que se haya publicado en el diario Clarín es una muestra de que la historia es más compleja que como tratan de escribirla en estos años. 
Mi recordación hacia María Elena Walsh
Cali

 

Desventuras en el País Jardín-de-Infantes

Por María Elena Waslh
Si alguien quisiera recitar el clásico "Como amado en el amante / uno en otro residía..." por los medios de difusión del País-Jardín, el celador de turno se lo prohibiría, espantado de la palabra amante, mucho más en tan ambiguo sentido.
Imposible alegar que esos versos los escribió el insospechable San Juan de la Cruz y se refieren a Personas de la Santísima Trinidad. Primero, porque el celador no suele tener cara (ni ceca). Segundo, porque el celador no repara en contextos ni significados. Tercero, porque veta palabras a la bartola, conceptos al tuntún y autores porque están en capilla.
Atenuante: como el celador suele ser flexible con el material importado, quizás dejara pasar "por esa única vez" los sublimes versos porque son de un poeta español.
Agravante: en ese caso los vetaría sólo por ser poesía, cosa muy tranquilizadora.
El celador, a quien en adelante llamaremos censor para abreviar, suele mantenerse en el anonimato, salvo un famoso calificador de cine jubilado que alcanzó envidiable grado de notoriedad y adhesión popular.image
El censor no exhibe documentos ni obras como exhibimos todos a cada paso. Suele ignorarse su currículum y en que necrópolis se doctoró. Sólo sabemos, por tradición oral, que fue capaz de incinerar La historia del cubismo o las Memorias de (Groucho) Marx. Que su cultura puede ser ancha y ajena como para recordar que Stendhal escribió dos novelas: El rojo y El negro, y que ambas son sospechosas es dato folklórico y nos resultaría temerario atribuírselo.
Tampoco sabemos, salvo excepciones, si trabaja a sueldo, por vocación, porque la vida lo engañó o por mandato de Satanás.
Lo que sí sabemos es que existe desde que tenemos uso de razón y ganas de usarla, y que de un modo u otro sobrevive a todos los gobiernos y renace siempre de sus cenizas, como el Gato Félix. Y que fueron ¡ay! efímeros los períodos en que se mantuvo entre paréntesis.
La mayoría de los autores somos moralistas. Queremos —debemos— denunciar para sanear, informar para corregir, saber para transmitir, analizar para optar. Y decirlo todo con nuestras palabras, que son las del diccionario. Y con nuestras ideas, que son por lo menos las del siglo XX y no las de Khomeini.
El productor-consumidor de cultura necesita saber qué pasa en el mundo, pero sólo accede a libros extranjeros preseleccionados, a un cine mutilado, a noticias veladas, a dramatizaciones mojigatas. Se suscribe entonces a revistas europeas (no son pornográficas pero quién va a probarlo: ¿no son obscenas las láminas de anatomía?) que significativamente el correo no distribuye.
Un autor tiene derecho a comunicarse por los medios de difusión, pero antes de ser convocado se lo busca en una lista como las que consultan las Aduanas, con delincuentes o "desaconsejables". Si tiene la suerte de no figurar entre los réprobos hablará ante un micrófono tan rodeado de testigos temerosos que se sentirá como una nena lumpen a la mesa de Martínez de Hoz: todos la vigilan para que no se vuelque encima la sémola ni pronuncie palabrotas. Y el oyente no sabe por qué su autor preferido tartamudea, vacila y vierte al fin conceptos de sémola chirle y sosa.
Hace tiempo que somos como niños y no podemos decir lo que pensamos o imaginamos. Cuando el censor desaparezca ¡porque alguna vez sucumbirá demolido por una autopista! estaremos decrépitos y sin saber ya qué decir. Habremos olvidado el cómo, el dónde y el cuándo y nos sentaremos en una plaza como la pareja de viejitos del dibujo de Quino que se preguntaban: "¿Nosotros qué éramos...?"
El ubicuo y diligente censor transforma uno de los más lúcidos centros culturales del mundo en un Jardín-de-Infantes fabricador de embelecos que sólo pueden abordar lo pueril, lo procaz, lo frívolo o lo histórico pasado por agua bendita. Ha convertido nuestro llamado ambiente cultural en un pestilente hervidero de sospechas, denuncias, intrigas, presunciones y anatemas. Es, en definitiva, un estafador de energías, un ladrón de nuestro derecho a la imaginación, que debería ser constitucional.image
La autora firmante cree haber defendido siempre principios éticos y/o patrióticos en todos los medios en que incursionó. Creyó y cree en la protección de la infancia y por lo tanto en el robustecimiento del núcleo familiar. Pero la autora también y gracias a Dios no es ciega, aunque quieran vendarle los ojos a trompadas, y mira a su alrededor. Mira con amor la realidad de su país, por fea y sucia que parezca a veces, así como una madre ama a su crío con sus llantos, sus sonrisas y su caca (¿se podrá publicar esta palabra?). Y ve multitud de familias ilegalmente desarticuladas porque el divorcio no existe porque no se lo nombra, y viceversa. Ve también a mucha gente que se ama —o se mata y esclaviza, pero eso no importa al censor— fuera de vínculos legales o divinos.
Pero suele estarle vedado referirse a lo que ve sin idealizarlo. Si incursiona en la TV —da lo mismo que sea como espectador, autor o "invitado"— hablará del prêt-à-porter, la nostalgia, el cultivo de begonias. Contemplará a ejemplares enamorados que leen Anteojito en lugar de besarse. Asistirá a debates sobre temas urticantes como el tratamiento del pie de atleta, etcétera.
El público ha respondido a este escamoteo apagando los televisores. En este caso, el que calla —o apaga— no otorga. En otros casos tampoco: el que calla es porque está muerto, generalmente de miedo.
Cuando ya nos creíamos libres de brujos, nuestra cultura parece regida por un conjuro mágico no nombrar para que no exista. A ese orden pertenece la más famosa frase de los últimos tiempos: "La inflación ha muerto" (por lo tanto no existe). Como uno la ve muerta quizás pero cada vez más rozagante, da ganas de sugerirle cariñosamente a su autor, el doctor Zimmermann, que se limite a ser bello y callar.
Sí, la firmante se preocupó por la infancia, pero jamás pensó que iba a vivir en un País-Jardín-de-Infantes. Menos imaginó que ese país podría llegar a parecerse peligrosamente a la España de Franco, si seguimos apañando a sus celadores. Esa triste España donde había que someter a censura previa las letras de canciones, como sucede hoy aquí y nadie denuncia; donde el doblaje de las películas convertía a los amantes en hermanos, legalizando grotescamente el incesto.
Que las autoridades hayan librado una dura guerra contra la subversión y procuren mantener la paz social son hechos unánimemente reconocidos. No sería justo erigirnos a nuestra vez en censores de una tarea que sabernos intrincada y de la que somos beneficiarios. Pero eso ya no justifica que a los honrados sobrevivientes del caos se nos encierre en una escuela de monjas preconciliares, amenazados de caer en penitencia en cualquier momento y sin saber bien por qué.image
Es verdad que no toda censura procede "de arriba" sino que, insisto, es un antiguo deporte de amanuenses intermedios. Pero el catonismo oficial favorece —como la humedad a los hongos— la proliferación de meritorios y culposos. Unos recortan y otros se achican. Y entre todos embalsamamos las mustias alas de cóndor de la República.
Nuestra historia —con sus cabezas en picas, sus eternos enconos y sus viejas o recientes guerras civiles— nos ha estigmatizado quizás con una propensión latente represiva-intervecinal que explota al menor estímulo y transforma la convivencia en un perpetuo intercambio de agravios y rencores.
No es ejemplo actual sino intemporal, digamos, el del taxista calvo que "fusilaría a los muchachos de pelo largo". El del culto librero que una vez, al pedirle un libro feminista, me reprochó: "Vamos, no va a ponerse a leer esas cosas..." ("Nena, eso no se toca.") O el del director de una sala que exigió a un distinguido coreógrafo que no incluyera "danza demasiado moderna ni con bailarinas muy desvestidas". ("Nene, eso no se hace.")
Quienes desempeñan la peliaguda misión de gobernarnos, así como desterraron —y agradecemos— aquellas metralletas que nos apuntaban por doquier en razón de bien atendibles medidas de seguridad, deberían aliviar ya la cuarentena que siguen aplicando sobre la madurez de un pueblo (¿se acuerdan del Mundial?) con el pretexto de que la libertad lo sumiría en el libertinaje, la insurrección armada o el marxismo frenético. Y si de aplacar la violencia se trata, ¿por qué no se retacean las series de TV o se sanciona a los conductores que nos convierten en virtuales víctimas y asesinos?
Creo necesario aunque obvio advertir que en las democracias donde la libertad de expresión es absoluta la comunidad no es más viciosa ni la familia está más mutilada ni la juventud más corrompida que bajo los regímenes de exagerado paternalismo. Más bien todo lo contrario. Delito e irregularidad son desgraciadamente productos de nuestra época (y de otras) y se dan en casi todos los países excepto los comunistas. ¿Son ellos nuestro ideal?
Aun la pornografía —que personalmente detesto, en especial la clandestina y la española— y las expresiones llamadas de vanguardia, pasado un primer asalto de curiosidad, son naturalmente relegadas a un gueto: barrios, salas, círculos. Y allí va a buscarlas el adulto cuando tiene ganas, así como va a sintonizar debates sobre temas vigentes durante el horario de protección al menor.
Se supone que, en cuanto el censor desaparezca, los primeros en aprovechar del recreo serán los descomedidos de siempre, que reflotarán una grosera contra-cultura. Pero a la larga resultarían relegados siempre que una debida promoción (que hoy tampoco existe) de los honestos los lleve a ocupar las posiciones más evidentes.
El abuso puede ser controlable mediante una coherente reglamentación, pero es preferible mil veces correr los riesgos que entraña la libertad, por lo mucho de positivo que engendra, que asustamos a priori para ser pobres pero honrados, niños pero atrasados, que no es lo mismo que puros.
En cambio los tortuosos mecanismos que paralizan preventivamente la cultura sí contaminan y achatan a toda la familia social y no sólo le vedan el acceso a las grandes ideas sino que generan fracaso, reyertas e hipocresía... vicios poco recomendables para una familia.image
En lugar de presentar certificados de buena conducta o temblar por si figuramos en alguna "lista" creo que deberíamos confesar gandhianamente: sí, somos veinticinco millones de sospechosos de querer pensar por nuestra cuenta, asumir la adultez y actualizamos creativamente, por peligroso que les parezca a bienintencionados guardianes.
Veinticinco millones, sí, porque los niños por fortuna no se salvan del pecado. Aunque se han prohibido libros infantiles, los pequeños monstruos siguen consumiendo historias con madrastras-harpías, brujas que comen niños, hombres que asesinan a siete esposas, padres que abandonan a sus hijos en el bosque, Alicias que viajan bajo tierra sin permiso de mamá. Entonces ellos, como nosotros, corren el riesgo de perder ese "sentido de familia" que se nos quiere inculcar escolarmente... y con interminables avisos de vinos.
Ésta no es una bravuconada, es el anhelo, la súplica de una ciudadana productora-consumidora de cultura. Es un ruego a quienes tienen el honor de gobernarnos (y a sus esposas, que quizás influyan en alguna decisión así como contribuyen al bienestar público con sus admirables tareas benéficas): déjennos crecer. Es la primera condición para preservar la paz, para no fundar otra vez un futuro de adolescentes dementes o estériles.
Como aquella pobre modista negra llamada Rosa Parks, encarcelada por haberse negado a cederle el asiento a un pasajero blanco en un autobús según la obligaba la ley, la autora declararía a quien la acusara de sediciosa: "No soy una revolucionaria, es que estaba muy cansada".
Pero Rosa Parks, en un país y una época (reciente) donde regían tales leyes en materia de "derechos humanos", era adulta y, ayudada por sus hermanos de raza, pudo apelar a otro ámbito de la justicia para derrotar a la larga la opresión y contribuir a desenmascarar al Ku Klux Klan.
Nosotros, pobres niños, a qué justicia apelaremos para desenmascarar a nuestros encapuchados y fascistas espontáneos, para desbaratar listas que vienen de arriba, de abajo y del medio, para derogar fantasmales reglamentos dictados quizás por ignorancia o exceso de celo de sacristanes más papistas que el Papa.
Sólo podemos expresar nuestra impotencia, nuestra santa furia, como los chicos: pataleando y llorando sin que nadie nos haga caso.
La autora "está muy cansada", no por los recortes que haya sufrido porque volverán a crecerle como el pelo y porque de ellos la compensa el infinito privilegio de integrar la honorable familia de sus compatriotas, sino por compartir el peso de la frustración generalizada. Porque es célula de todo un organismo social y no aislada partícula. Porque más que la imagen del país en el exterior le importa y duele el cuerpo de ese país por dentro.
Y porque no es una revolucionaria pero está muy cansada, no se exilia sino que se va a llorar sentada en el cordón de la vereda, con un único consuelo: el de los zonzos. Está rodeada de compañeritos de impecable delantal y conducta sobresaliente (salvo una que otra travesura). De coeficiente aceptable, pero persuadidos a conducirse como retardados y, pese a su corta edad, munidos de anticonceptivos mentales.
Todos tenemos el lápiz roto y una descomunal goma de borrar ya incrustada en el cerebro. Pataleamos y lloramos hasta formar un inmenso río de mocos que va a dar a la mar de lágrimas y sangre que supimos conseguir en esta castigadora tierra.
Clarín, 16 de agosto de 1979.
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jueves, 6 de enero de 2011

Cambiar la política

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En nuestra reunión del 20 de diciembre se mencionó la experiencia de “Europe Écologie” y el desafío lanzado por Daniel Cohn Bendit de desarrollar una construcción cooperativa verde. Ponemos aquí algo de ese debate.

Europe Écologie es un frente político, de orientación verde, creado … (ver Blog)

sábado, 1 de enero de 2011

Delirios y delicias

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Durante la década de los 80 Simone fue una de las mayores vendedoras de discos en Brasil, sólo detrás de Roberto Carlos. Ese dato, por si sólo, explica algunos roces y choques, por sobreexposición, con la prensa y algunos otros artistas. El vuelco definitivo hacia la canción “romántica” y el romance incondicional establecido con su público, fueron motivo de una serie de calificativos tales como“demagoga”, “comercial” y “vulgar”.

¿Hay algo de cierto en todo eso?

Bueno, si y no.

Si, porque los discos desde 1982 en adelante comienzan a ser francamente fofos. También su vuelco hacia la canción romántica la alejó de asumir nuevos riesgos artísticos. Y es un no, porque sus shows siguieron teniendo una potencia única, porque sus interpretaciones mantuvieron su “marca registrada”, lo que no es poco para una cantante, y porque su repertorio seguiría repleto de perlas, disco tras disco.

Así que para quienes somos parte de sus seguidores incondicionales, defender los 80 es un verdadero sacerdocio y una obligación!.

“Delirios e Delicias” (1983) es el nuevo disco. ¿Es malo? Sus críticas, al momento de su aparición, fueron bastante buenas. Siempre lo consideré un disco poco valioso. De tanto escucharlo, y con el paso del tiempo, creo que no está tan mal, aunque de primera, uno no se enamora de él. Vuelve a incluir, como en anteriores discos, un tema en español, en este cao, el bolero “Contigo aprendí” de Amando Manzanero. A pesar de su vuelco intenso hacia el bolero, no logró convencer a su grabadora de concretar un disco dedicado íntegramente a ese género. Luego, en los 90, estallaría en la canción latinoamericana un resurgimiento del genero de la mano de nuevos interpretes, recordemos el suceso de los discos de Luis Miguel, por ejemplo.
En los 80, sólo Pablo Milanés, dentro de esa generación de interprets, publicó discos íntegramente dedicados al bolero o feelin. Desde 1982 hasta 1994 publicó 6 discos dedicados a ese género.

Pero el disco es sólo una buena excusa. El plato fuerte estuvo en su show de presentación, “Delirios, Delicias”.

Primero que nada, vamos a una canción no grabada en ningún disco suyo hasta ese momento pero que era muy frecuente en sus shows, “Cacador de mim”.



Durante los meses de noviembre y diciembre de 1983 se realizaron los shows, fueron varias semanas con un promedio de 10.000 a 15.000 personas. El video pertenece a esos shows realizados en el gimnasio de Ibirapuera (San Pablo) de un especial de fin de año emitido el 30/12/83 por la Red O Globo.

El show está muy bien, pero lo controversial, era la parte, vamos a llamar “sensual” del mismo, el que se desarrollaba en una cama en el centro mismo del escenario. Esto desató furias y pasiones.
“Mas a semelhança com Roberto termina quando começa a parte mais malandrinha do show. Lembrando os melhores momentos de Gretchen (para quem não conhece, a rainha do erotismo explícito da ala brega da MPB). Simone ilustra Paixão, sucesso de Kleiton e Kledir, com uma surpreendente simulação de masturbação. Lindamente deitada sobre uma porção de almofadas cor-de-rosa gravadas com o nome dela, Simone desliza a mão pelo próprio corpo até fazê-la chegar onde se pode imaginar. O público, liberado em seu atrevimento, não resiste e viaja com ela, devolvendo gritos e gemidos em coro. E Simone arremata com Depois das Dez cavalgando numa almofada, que depois é lançada para a platéia - certamente, um prêmio por tanta fidelidade desde que ela disparou no mercado fonográfico, há cinco anos.
Seria cômico, se não fosse cafona. E, dado o potencial de Simone, poderia ser nem uma coisa nem outra - mas apenas um bom show de uma grande artista, como há muito não se vê. No entanto, em contrapartida aos belos arranjos e ao clima sempre envolvente das canções, até os cenários são de um gosto constrangedor, com painéis que chegam a exibir um insólito mosaico de flores. Se a gente fecha os olhos, porém, percebe uma cantora que mostra o melhor de si em doses generosas - embora esteja procurando perigo quando tenta jazzificar-se em Caçador de Mim. Sem dúvida, o disco (Delírios e Delícias) supera o espetáculo - mas a verdade é que os fãs de Simone já não querem reconhecer apenas seu talento. Querem também a provocação, sem sutilezas”.
Fragmento de Rosângela Petta, As traças da paixão, Isto É, 7 de dezembro de 1983
El delirio de estos tramos del show generó controversias en la cadena O Globo que debía transmitir por TV en horario central para una audiencia de millones de espectadores. Aquí otro tema fuera del disco, este pertenece a Lulu Santos y es el que da inicio al controversial segmento.


El nombre de Simone estaba demasiado relacionado en los medios a las cifras millonarias de recaudación, algo bastante desagradable. Demasiadas crónicas se publicaban sobre cuantos discos vendía, cuantos espectadores asistían a sus shows, lo que costaban esos shows, sus contratos, etc. Algo que, por ejemplo, en Roberto Carlos era tomado con total naturalidad, no era lo mismo con Simone.

De Milton Nascimento, “Cancao da Amërica”, tampoco incluida en el disco.


Algunos meses después, en agosto de 1984, haría su primera visita a la Argentina como figura, ya que nteriormente había estado en nuestro país acompañando a Vinicius de Moraes. En plena primavera alfonsinista, Simone cantó en Obras, uno de sus shows lo registró Canal 7 (ATC entonces) y se puede ver aqui. De este show puse ya algunas cosas en varias entradas anteriores, al final de ésta, va el arranque y cierre del Obras.
   
Final del show “Delirios, delicias”  con un clásico del disco, “O amanha” , y el reclamo del movimiento “Direitas Ja!” por las elecciones directas para la presidencia de Brasil, hasta ese momento, bajo la tutela de las Fuerzas Armadas sobre el Congreso.


SÃO PAULO FAZ O MAIOR COMÍCIO
Publicado na Folha de S.Paulo, terça-feira, 17 de abril de 1984



Mais de um milhão de pessoas em silêncio, mãos entrelaçadas, braços para cima. Ao sinal do maestro Benito Juarez, da Orquestra Sinfônica de Campinas, a multidão cantou o Hino Nacional. Do céu caía papel picado, papel amarelo, a cor das diretas, brilhando à luz dos holofotes. No Vale do Anhangabaú, muita gente chorou.
Houve outros momentos de emoções na maior manifestação popular já ocorrida no Brasil: houve choro quando chegou ao palanque um gigantesco boneco do senador Teotônio Vilela, ao som do "Menestrel das Alagoas"; quando a Sinfônica de Campinas tocou a Quinta Sinfonia de Beethoven, cujo prefixo iniciava os noticiosos da BBC durante a guerra contra o nazismo; quando a Corporação Musical Artur Giambelli, de Limeira, tocou o "Cisne Branco", hino da Marinha de Guerra.
Mas a alegria superou o choro. Enquanto a passeata avançava pelo centro da cidade, pequenos grupos se destacavam e dançavam forró, faziam humor ("Figueiredo para ex-presidente", dizia um cartaz: "Pois eu prefiro cheiro de cavalo", lembrava outro), puxavam novas palavras de ordem: "Não, não, não/ao colégio do João". Em nome da festa das diretas, os professores se privaram de vaiar o governador Franco Montoro; PT e PMDB evitaram a costumeira troca de estocadas e trabalham juntos na organização da passeata; PCB, PC do B e MR-8 aceitaram pacificamente uma escala de oradores que não os incluía. image
Quantas pessoas foram à passeata? Montoro falou em quase dois milhões, Osmar Santos anunciou 1 milhão e 700 mil, a PM calculou 1 milhão e meio , o secretário do Planejamento da Prefeitura, Jorge Wilheim, cita 1 milhão, o repórter Clóvis Rossi (ex-correspondente da "Folha" em Buenos Aires), comparando a manifestação com o último comício de Raul Alfonsin, não acredita em mais de 800 mil. Não importa: o que vale é que jamais houve concentração desse nível - e sem nenhum incidente a prejudicá-la, nenhuma briga, nenhum batedor de carteira, nenhuma ocorrência policial sequer, a multidão unida na alegria, na emoção e na luta pelas diretas (e, ainda por cima, qualquer dos números citados é maior e mais expressivo do que 686, número de integrantes do Colégio Eleitoral). O leitor pede fazer as contas: quantos de seus conhecidos foram à passeata?
A multidão em marcha lotou a Sé, a Benjamim Constant, o Viaduto do Chá, a praça Ramos, a Conselheiro Crispiniano, a São João, o Anhangabaú; muitos bares do caminho ficaram abertos e não tiveram problemas - apenas lucros. Além dos adversários naturais - o Colégio, os candidatos indiretos, o governo - só se hostilizou um alvo: a Rede Globo de Televisão, que preparou um esquema-monstro de cobertura. "O povo não é bobo/fora Rede Globo" foi o slogan mais utilizado.
A vítima favorita, porém, foi o Colégio Eleitoral. Lula se transformou no orador mais aplaudido da noite ao afirmar, em resposta ao general Rubem Ludwig, que aquela manifestação não era baderna: "Baderna é o Colégio Eleitoral".
Às 20h30, no horário do final do comício, o presidente Figueiredo surgia em rede nacional de TV para anunciar sua proposta: diretas mais tarde, em 1988. O delegado Romeu Tuma, da Polícia Federal, informava Brasília de que "o verde do Anhangabaú foi coberto pelo vermelho das bandeiras dos partidos de esquerda". E, enquanto a multidão se retirava calmamente, os fogos de artifício escreviam no céu de São Paulo a mensagem do comício: "Diretas, já".

Canal 7 – agosto 1984 – Obras

Inicio:

Final: