lunes, 15 de noviembre de 2010

Estoy verde (5)

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Acabo de ver por televisión a Martín Caparrós hablando de su libro “Contra el Cambio” y eso me “motiva” a volver nuevamente sobre mis apuntes de la lectura de ese trabajo.

Voy a continuar recorriendo las principales observaciones de Caparrós a lo largo del libro, por orden de aparición. En el capítulo 2, “Nigeria”, vuelve a desarrollar un collage de postales del país visitado y de sus habitantes con algunas de sus reflexiones climáticas. Una de ellas está dedicada a la ciencia climática. Merece destacarse: (Pág.56)

Otra victoria –gloria gloria hosanna- de la religión positivista. En el centro del movimiento, el mito de la ciencia todopoderosa: capaz de imaginar lo que puede pasar dentro de un siglo. Sus predicciones no se presentan como hipótesis posibles sino como certezas consensuales: si muchos buenos científicos suponen que a  + b - 8,36 = sanseverino, debe ser verdad aunque no puedan demostrarlo. El método científico abandonó el ensayo y error, la búsqueda de la demostración –y se convirtió en democracia o estadística: si muchos lo piensan debería ser cierto.

En primer lugar, lo de la ciencia capaz de “imaginar” es una licencia literaria que no se corresponde con el supuesto “positivismo” que le adjudica inicialmente. Por supuesto, acepto que está utilizando cada palabra para golpear duro, sin errores, pero eso de poner a la ciencia en el rol de “imaginar lo que puede pasar” es un exceso.

Luego, con más precisión, habla de “predicciones”, pero en un análisis de una enorme incomprensión y desconocimiento acerca del proceso de compilación de la información existente sobre el cambio climático, básicamente, a cargo del IPCC. Aunque lo peor sería que no sea meramente desconocimiento. Es el mismo dardo, dirigido al corazón de las discusiones climáticas, que lanzan los “negacionistas”. El mejor modo de neutralizar cualquier progreso en las negociaciones internacionales es hiriendo al IPCC. La disparatada ecuación que presenta Caparrós pretende ridiculizar al IPCC.

Sucede que el IPCC no “supone” ninguna cosa ni desarrolla investigación científica alguna.

El IPCC es el organismo encargado por la ONU para compilar la información científica existente, sistematizarla y tornarla comprensible para quienes tienen que tomar decisiones. Semejante rol, con la complejidad de la información de la que se trata y la extrema sensibilidad política de sus potenciales conclusiones, debe ser realizado por un organismo de las características del IPCC. No se trata de un grupo de científicos que “suponen” cosas. Es un grupo de científicos que debe indicar, con transparencia y neutralidad, qué dicen los miles de papers, investigaciones publicadas, registros y mediciones a escala global de cada uno de los aspectos que hacen al comportamiento atmosférico y sus impactos actuales y potenciales.  

A falta de mejores críticas, el pecado del IPCC es ser “democrático” y basarse en “estadísticas”. En fin.

Habría que hacer el ejercicio de imaginar si ese rol lo jugase un cuerpo científico que no tuviese las características del IPCC, por ejemplo, si fuese la NASA o algún otro cuerpo científico de esa envergadura (y parcialidad). O tal vez imaginar si cada gobierno tuviese sus propias fuentes de información y asesoramiento. Imaginen la de INDEC que habría!

Francamente, pretender herir al IPCC es no tener ni idea de lo que eso significa o no querer que las negociaciones existan. En cualquier caso, un error gigantesco para alguien que, como Caparrós, pregona valores democráticos y ser independiente de los intereses económicos que traban sistemáticamente las discusiones climáticas.

Porque si se tratase de una genuina controversia de criterios, teorías o modelos climáticos, ese tipo de diferencias son las que se registrarían en las investigaciones y publicaciones científicas, las que, finalmente, terminarían reflejándose en las conclusiones del IPCC.

Pero como los “negacionistas” suelen estar flojos de “papers”, sus críticas no llegan a entrar en las “estadísticas” del IPCC.

A modo de breve reseña, para saber qué es el IPCC, tomo esto de su sitio oficial

Al detectar el problema del cambio climático mundial, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) crearon el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en 1988. Se trata de un grupo abierto a todos los Miembros de las Naciones Unidas y de la OMM.

La función del IPCC consiste en analizar, de forma exhaustiva, objetiva, abierta y transparente, la información científica, técnica y socioeconómica relevante para entender los elementos científicos del riesgo que supone el cambio climático provocado por las actividades humanas, sus posibles repercusiones y las posibilidades de adaptación y atenuación del mismo. El IPCC no realiza investigaciones ni controla datos relativos al clima u otros parámetros pertinentes, sino que basa su evaluación principalmente en la literatura científica y técnica revisada por homólogos y publicada.

Una de las principales actividades del IPCC es hacer una evaluación periódica de los conocimientos sobre el cambio climático. El IPCC elabora, asimismo, Informes Especiales y Documentos Técnicos sobre temas en los que se consideran necesarios la información y el asesoramiento científicos e independientes, y respalda la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMCC) mediante su labor sobre las metodologías relativas a los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero.image

Sin pretender que nadie se sienta mareado con información extremadamente compleja, invito a que le peguen al menos una hojeada al resumen del último informe del IPCC (2007). Se trata del material más compacto y resumido de lo que contienen los extensos informes de cada grupo de trabajo. Está escrito para que pueda ser leído por el público, prensa y, fundamentalmente, políticos (“Resumen para responsables de políticas”).

En la página 27 pueden ver el cuadro “tratamiento de la incertidumbre”. No hay nada que pueda ser asimilado a hacer pasar por “cierto” lo que no lo es. Lo de Caparrós no alcanza siquiera a ser una acusación, es simplemente, una observación “canchera”, sin dar la menor idea de cómo una tarea de esta naturaleza, magnitud y voltaje político, podría ser hecha de manera más rigurosa.  

Por último, lo del “ensayo y error” y el “método científico”, por mucho que lo añore Caparrós, debo advertir que hace ya mucho tiempo que la ciencia ha alcanzado algunos límites del conocimiento en dónde el viejo método de la física clásica no tiene ya el mismo protagonismo. Vastos campos de la física teórica se desarrollan  primero mediante teorías que intentan explicar, al menos parcialmente, algunos fenómenos que luego gozan de aceptación si tales explicaciones resultan ser “convincentes” o resultan más operativas o abarcativas que sus  antecesoras. A veimageces puede pasar mucho tiempo hasta que pueda llegar a demostrarse su validez mediante alguna “prueba”. La incertidumbre, el carácter probabilístico en la explicación de algunos fenómenos, las muy particulares y ambiguas descripciones de lo que ocurre a dimensiones pequeñísimas nos colocan en un sitio bien diferente al de la física clásica. 

Pero son también numerosos los campos del conocimiento que se desarrollan sin poder apelar al método del ensayo y error. Un caso típico, es la climatología. Los modelos predictivos del comportamiento del clima se van ajustando a medida que resultan convincentes y operativos. Se trata de escalas de tiempos geológicos y de tal grado de complejidad de variables que resulta un absurdo pensar en el “ensayo y error”. Lo que digo es trivial. No encuentro razón para que tal cosa sea descripta como algo sospechoso o sujeto a los “caprichos” de una opinión mayoritaria tendenciosa. O al menos hay que tratar de demostrarlo. 

Luego seguiré con este libro. Pasión de ecololós.

Cali

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