viernes, 8 de octubre de 2010

Combate

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Podría decir que desde el retorno de la democracia en 1983 para acá, siempre el sistema de comunicación oficial ha sido un “aparato” de propaganda. Con sus mejores y peores momentos. Desde siempre Radio Nacional, ATC/Canal 7, TELAM, etc, han actuado como brazos de propaganda del gobierno de turno. No cuento aquí los años bajo el régimen militar porque tal período no califica como punto de comparación con nada.

Los medios estatales han sido siempre medios en donde se resaltan los logros del gobierno, se silencian las críticas y donde tienen lugar preferencial los amigos de turno, y así ha sido siempre. También es cierto que en esos medios siempre han existido esos espacios únicos y especiales que sólo pueden subsistir y refugiarse en medios no comerciales. Siempre han existido esas loables excepciones, ayer y hoy.

Lo que veo con asombro en estos últimos años es un fenómeno nuevo, por lo menos, con la actual intensidad. Algunos medios oficiales, más que canales de “buenas noticias” gubernamentales, se han convertido en aparatos de operaciones, patrulla ideológica y campos de combate feroz contra periodistas, políticos y argumentos “opositores”. Esto no recuerdo haberlo visto antes, al menos, a este nivel.

Hay una tendencia en diversos espacios “oficialistas” a dedicarse a calificar, decodificar y radiografiar a sus colegas periodistas y a toda persona que opine en los medios, cualquiera sea su relevancia. Insisto, no recuerdo experiencia similar. Es cierto que desde hace algunos años han proliferado en todos los canales esos programas de TV que se alimentan de la TV, en una permanente auto-referencia. Bueno, eso ha alcanzado ahora a los temas políticos.

Hay un exceso de análisis de medios, revisión de trayectorias de periodistas y pases de facturas que inhibe la discusión de los temas. Aquí debo confesar un pecado de inocencia, yo NO creo que EL tema sea Clarín. Lo siento. Voy entregando números para los que quieran ponerme adjetivos.

Se nos ha instalado en los medios (en todos) una dinámica de combate de medios, combate de periodistas, combate de gente que opina sobre periodistas, combate de medios sobre lo que opinan los periodistas, y sigue así hasta el infinito. Puede resultar fascinante, pero un ratito.

El aspecto más complicado en ese “combate” es la manipulación de la información. He visto de cerca cómo algunos testimonios periodísticos se recortan para que su significado cambie y por ende, pueda ser utilizado convenientemente. Ya no se trata de “propaganda”, ni de resaltar la buena noticia, ni ocultar la mala, ni priorizar ciertos títulos por sobre otros, se trata de manipulación, de operación informativa.

Una reacción reciente de Jorge Lanata sobre algunas de estas cosas.

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