lunes, 30 de agosto de 2010

Vida virtual: ¿inclusión o marginación?

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He puesto numerosos artículos sobre las redes sociales y esta nueva realidad que se ha creado, esta nueva “sociedad” que hace funcionar a la gente de manera tan especial. Todavía se sabe poco de qué efectos profundos está incubando en nosotros esta vida virtual. Aquí un artículo que se dispara sobre aquellos que deciden no ser parte del juego, al menos, por ahora!

Cali

Vida virtual: ¿inclusión o marginación?

José Eduardo Abadi
Para La Nación

Sábado 28 de agosto de 2010 | Publicado en edición impresa

La relación entre el hombre, la tecnología, la identidad y los vínculos son un tema frecuente en la agenda actual. También lo es la enorme cantidad de gente que participa y se incluye en ellos, que destaca muchos de sus aspectos positivos.

Hoy, en cambio, voy a referirme a algunas ideas presentes en los que voluntariamente no se suben al tren ni forman parte del numeroso elenco de las redes sociales: aquellos que no quieren pertenecer ni interactuar en esos ámbitos.

Una de ellas es la vivencia de pasar de sujeto que conserva su autonomía a la convicción de objeto visible, pero anónimo y manejable por otros. Para ellos, la participación en las redes sociales implica una suerte de sobreexposición sin control, en la que se cede una parte sustancial de la privacidad. Esto lleva a otro punto que he observado y a menudo no se registra, y que empuja un sentimiento de pérdida de lo que yo he llamado "el secreto identitario de uno mismo", asociado a ese aspecto que exige ser preservado para aquello singular que hace a lo irrepetible de la noción de sujeto.

En concordancia con esto, a la sociabilización en Facebook se la vive como algo intrusivo, como una invasión que sostiene al personaje. Una puesta en escena eterna que termina banalizando al sujeto, en la que nunca baja el telón que permite recuperar lo propio.

Se plantea aquí el gran tema: la diferencia a veces obvia y a veces sutil entre la realidad y la ficción. Lo lejano se transforma en cercano y lo distante en próximo. Esto acarrea muchas paradojas: ¿Dónde queda, entonces, lo verdadero, lo ilusorio y lo artificial? ¿Y qué pasa con el engaño?

Otro elemento es el temor o la angustia a una disociación de sí mismo entre el personaje del argumento virtual y el autor que lo presenta. En la mente de muchos, no deja de retumbar: "¿Qué coherencia existe entre el sujeto que exhibo y el que soy?". Dicho de otro modo: ¿esta construcción me refleja correctamente, o lo hace de un modo resbaladizo, que me distorsiona y deforma? Insisto nuevamente: ¿estamos frente a lo auténtico o frente a lo falaz?

Por eso, ante estos nuevos lenguajes comunicacionales, navega siempre la pregunta alrededor de la densidad o la superficialidad de los vínculos interpersonales que se establecen y que nos dan sentido.

El debate en torno a la solidez de los lazos que conforman la trama vincular anuncia el interrogante fundamental: ¿los lazos que articulan la red relacional se fortalecen y multiplican creativamente, o la soledad conserva astutamente su trono?

Casi como una posdata, quisiera agregar una reflexión: el protagonismo de los sujetos en redes como Facebook promueve la realización imaginaria de ser el creador-partero de distintos renacimientos, en la que a través de un argumento ficcional se transitan aquellas vidas que pudieron o se desean ser vividas.

El autor es psiquiatra, psicoanalista y escritor

 

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No se muy bien, pero para compensar.

 

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