martes, 6 de abril de 2010

Antes de ir a la disquería

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Voy a comprarme “Hijo de la luz y la sombra”, aunque confieso bastante temor, por eso todavía no me animé. Serrat ha sido (y es) alguien muy importante para mi y el disco negro con poemas de Miguel Hernández está allá arriba. Ahora Serrat volvió sobre el poeta y eso me intriga y, la verdad, tengo temor.

Sucede que los discos de Serrat tienen, para mi gusto, un desnivel notable que arranca con “El sur también existe” (1985), aquel con poemas de Mario Benedetti. Desde entonces, ningún disco logra remontar las cumbres logradas en su carera anterior, las que casi rozan la perfección (por supuesto, es una exageración, pero no tanto!!).

La última gran etapa de Serrat, es su etapa ochentosa, inaugurada con “Tal com raja” (1980), seguido por “En tránsito” (1981), “Cada loco con su tema” (1983), finaliza de manera fantástica con un disco en vivo, “En directo” y con “Fa vint anys que tinc vint anys” (1984). Ese ciclo lo cierro ahí y, la verdad, mi discoteca se detiene allí, en 1984. Tengo discos posteriores, pero no es lo mismo. Salvo algunos chispazos y a su calidad interpretativa en vivo, no he escuchado discos de Serrat de la magnitud de aquellos.

Seguramente, otros gustarán de un modo muy diferente la obra de Serrat.

Pero bueno, voy a comprar éste porque es Serrat, es Miguel Hernández, está en la tapa la bandera rojinegra y, además, le gustó a Diego Fischerman!!

Cali

(un tema del disco en cuestión)

Suplemento Radar (Página/12), Domingo, 21 de marzo de 2010

El círculo y el disco

Por Diego Fischerman

Si toda obra es abierta (ecos de Eco, qué duda cabe), la del cantante popular lo es en extremo. ¿Cómo escuchar sólo sonido allí donde hay identificaciones, un personaje amado, un pacto autobiográfico; donde cada canción se supone una confesión o una declaración y en ese territorio donde la frontera entre el autor y su ficción se borra? Es decir, ¿cómo escuchar a Serrat sin saber quién es Serrat, cuál es su historia y, tal vez más importante, la historia que con él ha compartido, en secreto, quien lo escucha?

Hijo de la luz y de la sombra no es un disco cualquiera sino un disco de Joan Manuel Serrat, y ni siquiera es uno más de sus discos sino aquel en el que vuelve –y luego de una enfermedad a la que, todos lo saben, casi siempre se vuelve– a cantar poemas de Miguel Hernández. El que pintó como pocos la España un poco rural, atravesada por pasados espesos, del final del franquismo, y convirtió en estrellas populares a los poetas de la Guerra Civil, regresa a ese universo con el inocultable gesto de quien cierra un círculo.

Con sus puntos más altos en las canciones más íntimas –“Cerca del agua”, “Tus cartas son un vino”– y en un exquisito valsecito –“Las abarcas abiertas”–, Serrat ronda la clase de melodías y arreglos que convirtió, a lo largo de más de cuatro décadas, en marca de fábrica. Hay también allí una sensación de vuelta al hogar imprescindible para quienes lo sienten parte de sus vidas, y posiblemente incomprensible para los otros. La voz tiene un vibrato mucho más marcado que en los años de juventud. Y lo que importa, en todo caso, como en esa mujer que sale de una pileta en el comienzo de una novela de Kundera, es la manera en que tras las arrugas y el cuerpo trajinado se trasluce ese movimiento antiguo; ese guiño, esa coquetería, esa mirada infantil.

Hay, además, una canción que podría, salvo por unos coros demasiado concesivos con estos tiempos, ser de las viejas. Que podría haber estado en aquel álbum de tapa casi negra y textura granulada cuyos bordes se redondeaban en el tránsito de casa a casa y, a veces, de hogares a exilios. “Hijo de la luz y de la sombra”, con esa exacta –o exactamente serratiana– combinación entre erotismo y épica, es el cierre –no podría ser otro– del cierre. Quizá sea una clausura provisoria. Así como aquel éxito de “Tu nombre me sabe a hierba”, los comienzos en catalán e incluso el disco con poemas de Machado fueron un poco el preludio de esa historia que comenzó con Hernández, lo que llegue después de esta vuelta al paisaje del poeta se convertirá necesariamente en comentario. En apostilla. Nadie dice que no habrá otros discos. Serán epílogos.

 

Bueno, les dejo un video que no tiene nada que ver, pero como me tomé el trabajo de subtitularlo, lo pongo. Es un tema de 1973, aunque en el subtítulo puse 1974, je.

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