jueves, 31 de diciembre de 2009

Un “cálido” saludo en este fin de año

El 2010 será otro año muy complicado en torno a las negociaciones sobre el cambio climático dado el total fracaso con el que terminó la COP15 (Copenhague). Cada vez tenemos menos tiempo para comenzar una tarea gigantesca a escala global.

Un parámetro de lo que está sucediendo pueden verlo en este gráfico recientemente publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) que muestra la evolución de las temperatura promedio global. Se puede ver que los últimos diez años han sido los más cálidos desde que existen registros instrumentales y respecto a las temperaturas inferidas del pasado.

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La buena noticia es que las alternativas para enfrentar este desafío son conocidas y están disponibles. Sin embargo, es necesario e imprescindible frenar los errores que aún se siguen cometiendo, ya sea en materia de deforestación como en las inversiones en energías sucias.

Las responsabilidades ante la amenaza y los costos ya existentes del cambio climático son generalizadas. La Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (1992) sabiamente establece que las responsabilidades son “comunes pero diferenciadas”, es decir, hay países más responsables que otros. El mundo industrializado posee las mayores responsabilidades dada sus actuales emisiones de gases que afectan el clima y por sus emisiones históricas.

Sin embargo, en la práctica, las responsabilidades “comunes pero diferenciadas” se traducen en “irresponsabilidades” comunes p ero diferenciadas. La irresponsabilidad es el denominador común. Copenhague ha sido elocuente. Cada mandatario o funcionario volvió a su país justificando el fracaso de la reunión por la acción de los demás, en ese sentido, ha sido una reunión perfecta.

En relación a la cuestión climática con frecuencia se repiten expresiones tales como que Argentina “no tiene compromisos”. Esa expresión es falsa, una gran equivocación. Lo que no tiene Argentina es un compromiso cuantificado legalmente vinculante, es decir, no tiene que cumplir una meta específica en materia de reducción de emisiones. Pero Argentina, al ser parte de la Convención sobre Cambio Climático asume compromisos de reducción acorde a su Artículo 4. Luego, al ser también parte del Protocolo de Kyoto (1997) ese compromiso se repite en su artículo 10. Es decir, nuestro país, como parte de esos acuerdos, debe formular políticas de mitigación. En boca de funcionarios nacionales y políticos en distintos niveles y áreas de acción tal equivocación es alarmante.

Hay una enorme tarea para hacer a escala global. Hay también una enorme tarea a realizar a escala nacional. Argentina debe cambiar su actual política en materia de combustibles fósiles, especialmente en su objetivo de comenzar a utilizar a gran escala el carbón. Debe redireccionar las fabulosas inversiones en energía nuclear hacia métodos más eficientes y más baratos de producción de electricidad. Por el contrario, las energías renovables encuentran un potencial extraordinario que permanece esperando la decisión política de ponerlo en marcha. Para dar un ejemplo de lo que significa la eficiencia energética vale mencionar que el impacto de la prohibición de la venta de lámparas incandescentes, que este año debe ponerse en vigencia, significará evitar instalar 5 plantas de carbón como la que se construye en Río Turbio.

Todo está por hacerse. Tenemos la tecnología para hacerlo y está al alcance de la mano. Recientemente, el Gobierno Nacional realizó una licitación para comenzar a desarrollar energías renovables, como la eólica. Las ofertas superaron ampliamente los 500 MW eólicos propuestos. Ahora no hay ninguna excusa para no hacerlo. Esos 500 MW eólicos deben estar generando para finales de 2011. No debe haber más demoras. Este es tan sólo un pequeño primer paso que no debe demorarse más.

Como se puede ver, todos los desafíos están abiertos. No hay margen para ignorar la urgencia y la responsabilidad “común pero diferenciada” que tenemos. Es un punto de inflexión histórico.

Mis deseos para que en el 2010 cambiemos algunas tendencias. Antes que sea “demasiado” tarde.

Juan Carlos Villalonga

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