viernes, 27 de noviembre de 2009

Adiós a las Armas (IV)

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Puse algunas entradas recientes sobre la necesidad de abandonar las “fuerzas armadas”. Lo repito, hay que dejar atrás ese delirio armamentista que, en el mejor de los casos, se consume dinero y cerebros sin ningún sentido. En otros casos destruye mucho más que eso.

Algunos habrán pensado que hablaba de cosas ya pasadas de moda. Lamentablemente no.

Tuve la oportunidad de dedicarle este sábado pasado a un programa producido por la Provincia de Santa Cruz para “argentinisima satelital”, y dado mi actual interés por los asuntos políticos en esa provincia, me lo mire completo. Allí pude ver cómo cientos de soldaditos, llegados desde diferentes regimientos, jugaban a la guerra con tanques, camiones y bombas de humo. Creo que la destreza era que ponían un puente y luego todos los camiones, tanques y camionetas pasaban por allí arriba. En fin, un delirio insostenible que ni el periodista (oficialista, obvio) a cargo de la cobertura nada tenía para relatar o describir, así que minutos y minutos de música de los Beatles tocada con quenas, porque era un programa bien nacional. Ese delirio existe. Se llaman fuerzas armadas.

Pero además la semana que pasó muestra que Argentina es capaz de desempolvar del pasado siempre algo peor que lo que desempolvó ayer. En este caso se trata del diputado nacional electo por Salta, Alfredo Romero. Este señor quiere volver al servicio militar obligatorio. Edulcora la idea con que se podrían realizar acciones sociales y comunitarias, pues bien, si queremos eso, no hagamos servicio militar, para levantar una escuela hace falta un albañil no un cabo.

Si alguno pensó que en las anteriores notas hablaba de cosas del pasado, no. Hablo de la Argentina de hoy.

Este video fue realizado por un diario de Río Gallegos y muestra desde un helicóptero a los camiones andando por la estepa patagónica… en fin. La música es de los Rolling Stones, “Paint it black”. Juro que está así en el original. Las fotos también pertenecen al mismo ejercicio mi

litar en Luis Piedrabuena. ¿Por qué no les compramos una play station a cada uno y nos sale más barato a todos?

((para ver la nota que contine el video, presionar))

Bueno, va la nota sobre Olmedo.

PARA COMBATIR LA DELINCUENCIA

Diputado salteño impulsa la vuelta de la colimba

El legislador electo Alfredo Olmedo aseguró que se podría "bajar los índices de inseguridad y revalorizar a la familia como eje de la sociedad".

17.11.2009 – diario Crítica

Olmedo es conocido en su provincia por ser el rey de la soja.

Ni más policías en la calle, ni la reorganización de la Fuerza, ni una reestructuración judicial, ni un plan social para los sectores más postergados. No. El diputado nacional electo por Salta, Alfredo Olmedo, está convencido de que el cuartel es la mejor escuela y por eso presentará un proyecto para reinstaurar el servicio militar obligatorio. Para el legislador, es la mejor herramienta para "bajar los índices de inseguridad y revalorizar a la familia como eje de la sociedad".

Olmedo, del frente Salta Somos Todos, explicó la vuelta el Servicio deberá ser "un nuevo escenario de contención y formación de los jóvenes".

La iniciativa podría debatirse en tribunales mediante el mecanismo de una "acción declarativa de certeza" que estableciera si la ley del Servicio Militar fue "derogada" o "suspendida" durante el Gobierno de Carlos Menem, después del asesinato del soldado Omar Carrasco, ocurrido en Neuquén el 3 de marzo de 1994.

De esa manera podría destrabar rápidamente el regreso de la conscripción ya que evitaría el trámite parlamentario de la sanción de una nueva ley.

"La vuelta al servicio militar podría servir para que algunos jóvenes que nunca tuvieron limites encuentren un ámbito de contención y de formación que les permita vivir en armonía con la comunidad. El servicio militar debería estar orientado a tareas comunitarias y no ser parte de una carrera armamentista inconducente; tendría que cumplir un rol social", explicó el legislador electo, quien ya había anticipado este polémico proyecto durante su campaña electoral.

El senador remarcó que las enseñazas militares sirven para "estimular la cultura del trabajo. Cuando la familia trabaja, se recupera de dignidad, cada uno pasa a respetar la responsabilidad que tiene, pero por sobre todo respeta ese plato de comida que tiene al frente.

Este país se construyó a pico y pala.

Olmedo es conocido
en su provincia por ser el rey de la soja, que a fuerza invertir millones de pesos en regalos, promociones y marketing llegó con su Movimiento regional del pueblo a la senaduría en 2007.

Pero "Cepillo", o "Junior" por ser el hijo de un mega empresario local, emergió también por su responsabilidad en los continuos desmontes que hicieron de Salta una tierra fértil para los aludes, como el que arrasó Tartagal el año pasado. Desde Olmedo Agropecuaria, el diputado electo impulsa un “reordenamiento territorial” con el objetivo de extender la soja sobre terrenos ocupados, aunque el ex gobernador Juan Carlos Romero ya le haya arrendado por 50 años unas 365 mil hectáreas a 0,56 centavos la hectárea.

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martes, 17 de noviembre de 2009

Acuarela (final) I

Paralelamente a la realización del número 5 de la revista, y más aún después de su publicación, nos habíamos dedicado a la producción de algunos eventos, particularmente musicales. El objetivo inicial era recaudar fondos para la revista frente a una economía que nos comía los ahorros. Esta actividad fue adquiriendo una envergadura importante, yendo más allá de las peñas y las producciones locales. Así, en los meses previos a la aparición del número 5 y aprovechando la “apertura” política que se estaba ganando, realizamos actividades tales como producir la presentación del Cuarteto Zupay, quienes en ese momento estaba haciendo un espectáculo dedicado a M.E.Walsh.

De esta forma dábamos un salto en nuestra agenda. Ahora se trataba de contrataciones, teatros, producciones a una escala que, obviamente, nos empezaba a competir con la actividad central de la revista. Aunque de todos estos eventos surgirían notas y reportajes para el próximo número 6, el que finalmente, nunca llegaría.

Buscábamos hacer producciones cuidadas y lo que reproduzco aquí son las tapas de los programas que entregábamos en los conciertos. El arte, en esta etapa final de la revista, volvía a estar en manos de Daniel García.

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Lo de Zupay fue a pocos días antes de Malvinas, antes habíamos hecho la producción de Dino Saluzzi. quien por ese entonces estaba iniciando una nueva etapa en su carrera como solista y lanzándose a terrenos musicales donde la fusión folklore y jazz lo llevaría a ser en pocos años figura internacional. Dino Zaluzzi había sido originalmente bandoneonista en un par de discos de Los Chalchaleros y luego varios pasó por diversos proyectos más vinculados al tango. La buena relación de Claudio Joison, del equipo de Acuarela, con la gente de La Trastienda en Buenos Aires nos facilitaba estas producciones.

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“¡Buen día!… Doña María”, tema del disco que grabó en 1984 y que fue parte del concierto esa noche de marzo.

Dino Saluzzi es un recuerdo inolvidable de esa época. Su concierto fue maravilloso y hasta no hace mucho tiempo tuve el casete grabado de consola del concierto. Luego vino la era digital, me rayé, y declaré caducos los casetes y lo regalé, ojalá alguien lo haya escuchado antes de tirarlo. También hay una anécdota que la puedo contar porque ya prescribió y no afecta la “carrera profesional” de nadie. La tarde previa al concierto tuvimos a Dino Saluzzi en nuestro bunker (departamento de Popo) para hacer una sesión fotográfica para la revista ya que teníamos la nota hecha. Pusimos disco de Keith Jarrett, Saluzzi con su bandoneón improvisando sobre el piano y Popo disparando cual fotógrafo de guerra. Pasan los minutos y luego de larga sesión y saludos y qué se yo, cuando se van, Popo me dice “no tenía rollo", ¿cómo?… se había dado cuenta por la mitad de la sesión y siguió haciendo la morisqueta!! cosas de la era analógica y tecnología del siglo pasado. Tuvimos a Saluzzi tocando para nosotros dos en el departamento y Popo con la cámara vacía “captando el momento”.

Foto nuestra, de aquella época y en el bunker, aparece en nota antrior. Esta es reciente, en un asado de Acuarela en una noche de ese calor tan rosarino.

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Popo luego de ese año fue dedicándose a hacer sonido para conciertos y a su bajo. Hoy es posible escucharlo con su grupo en diversos bares de Rosario. Se puede ver información de Fato Consumado aquí. Una notita de presentación del grupo dice:

Existe una larga experiencia haciendo desde música experimental hasta tango, rock, jazz y bossa nova. A mediados de los 80 Popo y Daniel junto a otros musicos fundan en la ciudad de Rosario la banda El Duende. Con formación de sexteto se presentan en bares, pubs, el Anfiteatro Humberto de Nito, el Auditorio de la Facultad de Ingeniería de la ciudad de Rosario etc. Luego de la separación de la banda comenzarían con experiencias individuales. La etapa actual arranca a mediados de 2005 cuando Daniel y Popo ensayan con una cantante-baterista y el guitarrista y cantante Emilio Gomez. Esta formación no llegó a mostrarse en un escenario. Desde 2006 se han presentado como dúo+secuencias en pubs locales, el Hot Club de Rosario, fiestas y hoteles, a veces con músicos invitados como la cantante Lucrecia Aragón, el percusionista bahiano Emanuel Tourinho, el violoncelista Luis Rateni o el trompetista Jorge Pedemonte. A partir de Setiembre/Octubre de 2008 se incorpora como miembro estable la cantante, pianista y performer Silvina Gandini que le aporta su color, sensibilidad y experiencia al trabajo grupal.. El repertorio incluye temas de compositores brasileños como Chico Buarque, Djavan, Caetano Veloso, Tom Jobim, algunos temas de Sting y standards de jazz que se acoplan perfectamente a la estética general del show. Es interesante el tratamiento de algunos temas en los que se cambia intencionadamente su estilo, por ej. del bossa al blues o del pop al swing, mostrando en definitiva las amplias posibilidades de una buena composición.

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Otro tema de Saluzzi, “El chancho”, también del mismo disco y de esa época, con los músicos del concierto de marzo del 82.

viernes, 13 de noviembre de 2009

“¿Qué estás pensando?” (Facebook)

Francamente no tengo estadísticas ni nada que me permita decir que los blogs decaen frente a las autodenominadas “redes sociales”. Acorde a los especialistas que opinan en la nota que reproduzco abajo parece que al menos dejarán de crecer. Lo que sí veo es una explosión de Facebook que sorprende, prácticamente la totalidad de las pantallas están en Facebook a toda hora. En cualquier lado que hay una pantalla encendida, aunque sea a escondidas en el trabajo, emerge el universo Facebook. En otras geografías son más populares otras “redes”, pero Facebook reina por aquí, sin dudas. No dejo de sorprenderme, Facebook es una especie de reality show de sus vidas y las de sus “amigos”.

No puedo juzgar la validez, la utilidad o el rol social profundo que está jugando Facebook. Pero me sorprende leer tantos detalles, micro-sensaciones, nimiedades varias y reacciones epidérmicas, todas breves e instantáneas. Todavía no comprendo mucho ese universo. Quizás soy de una generación donde las cosas eran mucho más sólidas: opiniones, ideas, relatos, historias y conflictos. Confieso que me abruma, me sorprende, pero no me animo a calificar del todo. Veo situaciones tales como que alguien coloque que se va a dormir porque tiene sueño y eso desencadena unos cuantos comentarios. Aunque mucho más sorprendente es que yo puede leer eso!.

Cuando comenzó el boom de internet solía decir que alguna gente “navegaba” en internet, mientras otra gente “naufragaba”. Ahora, en Facebook, como objeto central de comunicación, nos coloca a todos en calidad de “náufragos”. Tiramos mensajes esperando una reacción, un eco, un “toque”. A veces entro a Facebook como se entra a mirar una película de náufragos y termino siendo parte del elenco.

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El apocalipsis de los blogs

Las redes sociales –Facebook y Twitter– ponen en crisis el sentido de las páginas personales. La discusión es si se terminan o se transforman.

Patricio Barton, diario Crítica, 09.11.2009

El eterno fin. En tecnología, lo nuevo mata a lo viejo: hoy les toca a los blogs, mañana podrá ser el turno de las redes sociales.

“Internet, como la conocemos hoy, ya fue”, advierte Leandro Zanoni –periodista y editor de e-blog, pionero en el universo blogger dedicado a temas de medios digitales y cibercultura–. “La web son computadoras conectadas, y no sitios web con direcciones fijas. Hoy los blogs no pueden prescindir de las herramientas de las redes sociales. Para los chicos ahora internet es Facebook, su contacto con la web empieza y termina ahí, casi no la usan para otra cosa. Con este panorama creo que los blogs encontraron su meseta, y es probable que cada vez surjan menos, pero los que ya están se van a consolidar aún más”.

Se estima que hay alrededor de 500 mil blogs argentinos, aunque censar lo virtual es una tarea tan sinuosa como inútil. Quizá como un resabio de la cultura analógica aún persiste la tendencia de cuantificar todo lo que sucede en internet. Pero la foto siempre sale movida, porque la web va más rápido. Durante la época de auge de los blogs (2005-2006) se decía que en el mundo se abría uno nuevo por segundo (86.400 por día si se quiere ser más espectacular, y 31.536.000 por año, si tiene ganas de hacer cuentas). Lo cierto es que el 30% de ellos era abandonado antes de los tres meses. O según Technorati –el buscador especializado en bitácoras– habría ahora algo menos de 100 millones. Nada dura demasiado en la web.

Hace un año la revista Wired –quizás el máximo referente del periodismo image tecnológico– anunciaba algo así como “la muerte de los blogs”, incluso la propiciaba. El periodista Paul Boutin hacía un llamado a no abrir nuevos blogs y recomendaba cerrarlos a quienes tuvieran uno. ¿Los motivos? Que la blogósfera ya no era un espacio expresivo y práctico, y que las nuevas herramientas de la web 3.0 (de las redes sociales) serían mucho más útiles y fáciles de usar. Las profecías funerarias son muy frecuentes en el universo de lo mediático: la fotografía mataría a la pintura, el cine a la fotografía, la televisión al cine e internet a la televisión. Pero no. En el libro El fin de los medios masivos (Ed. La Crujía, 2009) el especialista Hugo Kuklinski asegura que “todos los medios se reconfiguran con la convergencia” y que ninguno ha logrado “matar” a otro. En este sentido, “los blogs están mutando rápidamente y en esa mutación algunos creemos que se convertirán en otra cosa: ¿e-magazines?”, se pregunta.

En estas pampas, Zanoni sabe que su e-blog mutará pronto: “No sé si se convertirá en una aplicación o en qué cuernos, pero sí sé que si tenés un blog tenés que ir adonde esté la gente. Y hoy la gente está en las redes sociales. Ahí es en donde se puede sumar más público e incluso postear directamente y recibir comentarios que no son anónimos. O sea que también Facebook tiene algunas ventajas comparativas. Por ejemplo, hay una herramienta que se llama “Facebook connect” a través de la cual se pueden ver los perfiles que visitan a determinados blogs. Y todo va en esa dirección: las redes sociales son la cancha en la que se juega el partido. Facebook es una aspiradora de la web que se está chupando todo el contenido. Cualquier cosa que se está haciendo hoy en internet no va a poder evitar pasar por alguna red social”.

image Varios de los que antes pensaban hacerse blogueros, ahora se mudan a redes como Facebook y Twitter. Pero el éxodo, quizá, lejos de debilitar a los blogs, los fortalezca en su entidad: como espacios expresivos y refugios de autor. Al fin y al cabo el blog no es un género literario, sino una herramienta como tantas otras. “Hay blogs personales, grupales, literarios, de empresas, de lanzamiento de producto, diarios de viaje, de acciones publicitarias precisas. ¿Y qué tienen en común? Nada. Solamente el formato: el último post va primero, tiene un título, comentarios”, dice Zanoni, quien además destaca que el universo blogger en la Argentina está muy desarrollado, que hay muy buenos contenidos y “son cada vez más profesionales”. Los blogs se parecen cada vez más a los sitios web, y viceversa. Mientras las fronteras en internet son cada vez más difusas, sus tendencias y saltos evolutivos se presentan como espasmos. El surgimiento de cualquier cosa es rotulado como “boom” y su atenuación no puede hacer menos ruido: se la llama “muerte”. Por estos vaivenes han pasado “las puntocom”, “second life” y ¿los blogs?

Revisando evidencias podría decirse que quienes no tienen mucho para decir no pueden sobrevivir en la blogósfera. ¿Pero sí pueden tener larga vida en Facebook? image (los signos de interrogación fueron puestos para evitar demandas e insultos). “La mayoría de los blogs son unipersonales porque la motivación principal sigue siendo expresiva. Quizás el interés comercial llega después. Pero si surge antes, en general fracasan, porque pierden ese potencial de chispa que necesita el blog. Ninguno de los más exitosos surgió con la idea de hacer un negocio”, dice Zanoni –que además maneja una agencia de publicidad que pauta en blogs–.

Nadie sabe aún si en unos años –que siempre son pocos– los medios no estén anunciando “el fin de las redes sociales”, pisoteadas por un nuevo “boom”. Mientras tanto, allí están los blogs, glosados en estas líneas por un diario que aún se imprime en papel. En el reino del revés también hay ejemplos que funcionan como excepción: en Chicago y San Francisco mucho de lo que se publica en blogs sale impreso en papel en The Printed Blog, un curioso semanario que emprendió el camino inverso de la transformación mediática. Aunque más no sea para arrogarnos el curioso goce de la primicia, anunciamos aquí su próximo deceso.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Impuestazo electrónico

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Ultimamente le he estado esquivando a hablar de manera directa del Gobierno Nacional y su célebre elenco, pero suceden cosas todos los días que “extravian al mas vaquiano” diría Larralde.

En estos meses se impulsó y, obedientemente, el congreso votó el llamado “impuestazo” electrónico. Proyecto discutible y opinable por donde se lo mire. Pero vamos a suponer que sea razonable hacer este movimiento. Bien, si uno actúa sobre la carga impositiva de un rubro para que se beneficie un determinado sector del mismo, en este caso las empresas radicadas en Tierra del Fuego, ¿qué se supone que debe ocurrir?… (30 segundos)

Bien, exacto, el mercado deberá acomodarse de manera que los productos de Tierra del Fuego se vean beneficiados frente a la competencia, ¿de qué modo? Por los precios, ya que se actuó sobre la carga fiscal de las empresas. Entonces, ¿cómo puede el Gobierno decir que no deben aumentar los electrónicos? ¿Cómo puede el indescriptible Guillermo Moreno salir a decir que no debe haber suba de precios y presionar para ello?

¿Es esta una opinión destituyente?

Cali

lunes, 9 de noviembre de 2009

Adiós a las armas (III)

Alguna vez dije que este blog se alimentaba de las “sincronicidades”, al menos de aquellas a las que uno pone atención. Hoy compré el diario Perfil y encontré una nota destacando el ejemplo regional y mundial de un país que le dijo adiós a las armas, Costa Rica. Si, ya sé, muchos no toman muy en serio a Costa Rica. Es un país pequeño, con pocas posibilidades, aún así, políticamente tanto o más visible a nivel internacional que Argentina. Esto lo digo por los cínicos que siempre escuché opinar con desprecio hacia Costa Rica por ser un país “bananero” y “aliado” a los Estados Unidos. Deberíamos mirar un poco lo que sucede a sus alrededores. Costa Rica ha sido refugio de todas las calamidades políticas que han sucedido y suceden en la región. Su política exterior no ha sido de la mejor, es cierto. No podría decir que ha sido peor que la nuestra. No es la ausencia o presencia de un ejército lo que define eso.

Costa Rica califica, igual que Argentina, entre los país que poseen un Índice de Desarrollo Humano (IDH) alto. Argentina está en la posición 38 y Costa Rica en la 48, Brasil aparece en la posición 70 cerrando el lote de los países con un IDH “alto”. (PNUD, 2005).

Mientras la región está gastando en armas de un modo descomunal en estos últimos años, Costa Rica apuesta para su defensa en la protección de los organismos internacionales de negociación. A los tumbos, como todos, pero es un pequeño ejemplo a tener en cuenta.

Cali.

internacionales – diario Perfil 8/11/2009

un ejemplo regional

Costa Rica cumplió 60 años sin utilizar Fuerzas Armadas

Por Leandro Dario

Mientras ayer se cumplían 60 años de la Constitución costarricense de 1949 que consagró la proscripción de las Fuerzas Armadas en ese país y lo transformó en un caso testigo en todo el mundo, el presidente Oscar Arias lanzaba una campaña mundial para el desarme y la seguridad compartida. “Hoy estamos aquí clamando por un mundo más pacífico, pidiéndole silencio a las armas, debemos recordar que el cambio empieza en nosotros mismos”, dijo Arias en un acto en San José ante decenas de jóvenes de todo el mundo.

Luego de una Guerra Civil que enfrentó a la dirigencia de Costa Rica, fueron las propias autoridades de ese país las que decidieron prescindir de los militares para mantener la seguridad exterior. Así, la Junta Revolucionaria que tomó el poder en 1948 propuso disolver las tres armas y destinar el presupuesto militar a las áreas de educación y salud.

Arias, Premio Nobel de la Paz en 1987, no sólo continuó con el desarme como política de Estado, sino que también afianzó el rol de Costa Rica como garante de la paz en la región al mediar en el conflicto hondureño. “Renunciamos a las capacidades ofensivas –defensivas en términos militares–. Los conflictos los resolvemos mediante la vía civil y a través del diálogo”, dijo Álvaro Ramos, asesor de seguridad de Arias.

Costa Rica consta actualmente de fuerzas policiales que se encargan de la seguridad interior, constituidas por 12.500 hombres armados con escopetas, revólveres y ametralladoras, pero no dispone de transportes o armas militares destinadas a la seguridad exterior. “Los ejércitos no sirven para nada, las Fuerzas Armadas no son vitales para un país –completó Ramos–. Vivimos en una zona muy conflictiva sin tener militares. Creemos en el derecho internacional para solucionar los conflictos nacionales”.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Alma de piedra

AFIP_(Argentina)

Hacía mucho tiempo que no andaba por el centro de Buenos Aires de madrugada. El martes pasado anduve por la zona de Plaza de Mayo alrededor de las 5 AM, ya era de día, pero me encontré una ciudad vacía. No encontré un solo café abierto, ni por Diagonal Norte, ni por Diagonal Sur, alrededor de la Legislatura, ni por Avenida de Mayo. Era el comienzo del día, había amanecido. Estaba solo por el centro de la Ciudad de Buenos Aires y nada.

Algo ha cambiado en esta ciudad. Luego pasé por al recova del edificio de la Administración  Federal de Ingresos Públicos, y en contraste dramático a ese nombre me sorprendió la cantidad de gente, familias enteras durmiendo en el triste reparo de ese sitio. En las escalinatas, veredas y rincones que hacían un poco menos cruel la situación en la que estaban

Eran muchos. Algo drinfanciahoy.com_2748_tapa_2372009_18227amático nos está pasando. El centro neurálgico del poder en la Argentina es un sitio de reparo para gente que quedó al costado del sistema. Desprotegidos. Desamparados. Muchos. Y cuántos serán en la ciudad?

No es que desconociera esta realidad, verla en esa soledad hacía todo más triste.

Buenos Aires se ha convertido en un sitio peligroso, humillante para mucha gente e indiferente. Para cuando ingresaran los empleados y funcionarios a esos edificios esa gente será removida del precario “techo” que por unas horas les dan los ingresos fiscales de la Argentina.

Basta nada más. Buenos Aires tiene el alma de piedra.

Cali

 

Spinetta:

jueves, 5 de noviembre de 2009

Adiós a las armas (II)

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Tuvo su continuidad el artículo de Caparrós en comentarios varios en el diario Crítica y un segundo artículo que aquí reproduzco. Me parece que el debate tiene que existir, aunque aún no sea factible en el corto plazo, pero debe existir la opinión anti-militar en la Argentina.

Los gráficos corresponden a parte de los materiales de la campaña que comenté para que se reconozca el derecho a no hacer el servicio militar (2003/2004). Campaña que finalizó abruptamente (felizmente) con la decisión de Menem de acabar directamente con el Servicio Militar ese mismo año 2004.

Va la segunda parte.

Cali

Más adiós a las armas

Parece que los medios argentinos no hablamos de eso: que decidimos hacer como si ya no tuviéramos ejército.

Por M. Caparrós, diario Crítica 29.10.2009

Parece que los medios argentinos no hablamos de eso: que decidimos hacer como si ya no tuviéramos ejército. Es curioso; el viernes pasado publiqué, aquí mismo, un artículo –Adiós a las armas– que discutía, en sintesis, si vale la pena seguir gastando una fortuna en unas fuerzas armadas mal armadas y peor preparadas y que, sobre todo, no tienen ninguna hipótesis sensata de conflicto porque una guerra con los vecinos es impensable y una con Inglaterra es insostenible, o sea: un cuerpo que está ahí porque siempre estuvo ahí, porque los estados tienen ejércitos, por el peso de la tradición y la conservación.


Esa tarde un programa de radio Nacional –Carbono 14, conducido por Miriam Lewin y Eduardo Anguita– me llamó para comentar el asunto. Conversamos; hasta allí, seguía siendo pura opinión, eso que no nos interesa. Pero poco después la radio recibió una llamada del ministerio de Defensa: querían contestar algunas cosas. Plural, curioso, el programa puso en el aire al secretario de Estrategia y Asuntos Militares, Germán Montenegro, el segundo en la jerarquía del ministerio. El secretario dijo que “la Argentina, que no tiene hipótesis de conflicto a corto o mediano plazo, configura a sus Fuerzas Armadas teniendo en cuenta un escenario de incertidumbre”. Eso sí era lo que los libros suelen llamar información y, como tal, fue reproducida en un cable de la agencia oficial Telam a las cinco de la tarde: la Argentina no tiene hipótesis de conflicto para sus fuerzas armadas porque “en lo inmediato no hay un país que pueda amenazar la soberanía argentina”, aunque –dijo el secretario Montenegro– “tenemos recursos muy importantes, un territorio rico, presentamos reclamos sobre la ampliación de la plataforma continental y no sabemos qué amenazas pueden surgir desde el escenario internacional incierto y cambiante”. O sea: que están ahí por si acaso y ya veremos. El cable de Telam fue un pif casi perfecto; sólo lo reprodujo un medio on line de la Patagonia –y ningún otro. Que el Estado argentino no defina ni piense definir la función de su ejército no parecía un tema que tuviera por qué importarle a nadie.


O eso, por lo menos, supusieron los grandes medios de la patria. En Criticadigital.com, en cambio, la discusión hervía desde la mañana. O, dicho de otro modo: hacía mucho que no me puteaban tanto.


–Pero si a usted le gusta, Caparrós, no se me queje.


–Sí, claro. Nada me calienta más que cuando me amenazan o me mandan al carajo. No me diga que a usted no.


Y eso que yo había tratado de ser calmo, ecuánime, exponer razones. Que –muy expresamente– no escribí ni una palabra sobre el hecho de que el ejército argentino es la institución más violenta de nuestra historia, la más homicida, porque no quería que las emociones tiñeran una propuesta que iba más allá: que, en el famoso concierto de las naciones, el poder moral de desarmarse es mucho mayor que el escaso y costosísimo poder de fuego de un ejército que no tiene objetivos. Fue un vendaval. Pero había, también, en medio de las puteadas argumentos, y me interesa discutirlos.


El más repetido tuvo que ver con la costumbre: siempre hubo un ejército, todos los países –casi todos– tienen un ejército, así que tiene que seguir habiendo. No hay nada más triste como base para una discusión: los grandes momentos de la historia son aquellos en que algunos no aceptan ese principio y deciden pensar algo distinto. Incluyendo, por ejemplo, a ciertos militares de esta tierra que supusieron, a principios del siglo XIX, que el hecho de que los españoles siempre la hubieran gobernado y gobernaran el resto del continente no era razón suficiente para no repensar el asunto. No revisar los conceptos que parecen evidentes es la mejor garantía para seguir cayendo.


Otra línea de argumentación fue la “mal de muchos”. Una síntesis posible es la de un tal Jacinto Chiclana, fugitivo de Borges: “Las fuerzas armadas no tienen función alguna, la policía no te protege, los maestros están siempre de paro o vacaciones, los políticos son corruptos e incompetentes, la industria argentina no puede competir con nadie, los hospitales no tienen ni curitas, el periodismo descubre escándalos que terminan en nada, los impuestos se utilizan para favorecer a los amigos del gobierno de turno. Haciéndola corta: el país y sus instituciones son tan inútiles como el ejército (eso es coherencia): ¿por qué no abolirlos también?”, proponía, mordaz, el falso Jacinto. ¿Es necesario aclarar la diferencia entre una institución que funciona mal pero necesitamos y una que, por carecer de un sentido claro, tal vez no? ¿Decir que sabemos para qué están los hospitales y las escuelas y no parecemos saber para qué está el ejército, y que entonces tenemos que mejorar quirófanos y aulas pero quizá podemos mandar a casa a los soldados?

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La discusión seguía. Muchos ponderaban el trabajo humanitario del ejército, sin duda muy útil pero que puede y debería ser encarado por un cuerpo especializado: ¿o se necesita saber manejar un tanque para reconstruir un puente, un fal para rescatar pobladores de la inundación? Otros –los más insultantes– me recriminaron que hubiera descrito la guerra de las Malvinas como “la tontería soberbia de pensar que una banda de inútiles mal preparados y peor equipados podía mellar siquiera la carrocería de uno de los ejércitos potentes de este mundo”.
Me exigían respeto por “la sangre vertida en las Malvinas”. Es cierto que los soldados que llevaron a pelear eran inútiles para ese trabajo, pobres, por culpa de sus jefes y sus equipos perimidos. Me da muchísima pena –y he escrito sobre eso–, pero detesto el chantaje de la sangre, tan en boga en la Argentina actual: que te maten es horrible pero no da derechos ni silencia a los vivos ni cambia tu historia. Si no se puede pensar qué hicieron los que perdieron su sangre por su patria también habría que alabar a los sargentos nazis, por ejemplo. Lo cual me hizo acordar del 2 de abril de 1984, cuando Jorge Dorio y yo conducíamos un programa de radio –Sueños de una noche de Belgrano– y dijimos que era complicado hablar de esa guerra y de sus muertos porque, entre otras cosas, el primer soldado argentino caído en las islas, el primer mártir, era un capitán Pedro Giachino que si no hubiera muerto allí habría tenido que responder a acusaciones graves sobre violaciones de derechos humanos. Y entonces un comando nazi encabezado por un autodenominado Castrogé tomó el estudio, nos tuvo de rehenes, nos dijo muchas veces que nos iba a matar. Fue una noche difícil –y sigue siendo otra discusión que no se ha dado.

Entre los argumentos que más me impresionaron –y fueron numerosos– están los de la línea Malena: “Sucede que somos un país semicolonial y Caparrós lo asume, pero derrotado. ¿Acaso no tenemos que recuperar nuestros recursos para desarrollar la industria y terminar con el hambre? ¡Cómo que no hay hipótesis de conflicto! Por favor, el agua, la minería, el petróleo…”. Ése sí que es un triunfo de la ideología contra la historia: imaginar, pese a tantos hechos y evidencias, que el ejército va a proteger los recursos naturales argentinos. ¿Para quién, para la Barrick Gold, para Repsol? Cuando tuvo poder, el ejército entregó más recursos que nadie. La tal entrega no es como en las películas: no vienen hordas de soldados a ocupar los pozos o las minas; llegan en jets privados ejecutivos con valijas de dólares para los funcionarios, jueces, periodistas, militares que pueden ayudarlos a quedárselos. Y el ejército después, si acaso, se los cuida.

Había otros argumentos, pero vuelvo a lo que más me sorprendió: que el segundo del ministerio de Defensa diga que nuestras fuerzas armadas no tienen hipótesis de conflicto –y no le importe a nadie. Aún cuando la ley 23.554 de Defensa Nacional, promulgada en 1988, diga tan claro en su artículo 8 que “el sistema de defensa nacional tendrá por finalidad: a) Determinar las hipótesis de conflicto y las que deberán ser retenidas como hipótesis de guerra; b) Elaborar las hipótesis de guerra, estableciendo para cada una de ellas los medios a emplear…”. Alguien debería explicar por qué no cumplen con la ley.

Una noche, a mediados de los noventas, estuve en una rara cena en la embajada de México –yo no suelo estar en esas cosas– con Dante Caputo y Raúl Alfonsín. En un momento comenté lo curioso de que hubiera sido Menem quien limó el poder del ejército argentino, y Alfonsín y Caputo dijeron que esa debilidad les parecía contraproducente. Les pregunté por qué y Alfonsín dijo que el ejército era necesario porque servía de contrapeso; que, sin él, la policía sería la única fuerza armada en la Argentina y que no habría quién la controlara.

Era una hipótesis de conflicto muy rara –ejército versus las policías– pero, por lo menos, era una. Si el gobierno sigue diciendo que no tiene ninguna, deberemos quedarnos con la sospecha de que, en realidad, las fuerzas armadas argentinas están ahí para mantener, dentro del país, el poder de los que tienen poder en la eventualidad de que los que no tienen puedan amenazarlo: para la represión, que es lo que siempre han hecho. Lo cual está muy prohibido por la ley de Defensa Nacional, pero ya sabemos cuánto pesa eso en la Argentina. En todo caso, insisto, vale la pena discutirlo en serio.

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domingo, 1 de noviembre de 2009

Adiós a las armas

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Cuando el año pasado se cumplieron los 25 años del retorno a la democracia mi balance personal se focalizó casi en una única variable, la más importante para mí desde los años bajo el gobierno militar y se trata del sueño de terminar con los militares y los valores castrenses en la sociedad: el autoritarismo, la violencia y la falta de racionalidad. La democracia y sus progresos siempre tuvieron una contabilidad algo simplificada en mí, ¿cuánto nos alejábamos de una sociedad militarizada?.

Durante los `80, los juicios a las juntas y el escarnio público fueron la fuente de mayor avance en ese sentido, también la disolución de algunas “hipótesis de conflicto” estúpidas como los que sosteníamos con Chile, en primer lugar, y algo larvadamente (aunque muy costosa económicamente) con Brasil. Ese período de Alfonsín fue determinante para afianzar la democracia y enfrentar los planteos militares que pretendían mantenerse como actores políticos en la Argentina. Siempre le exigí más a Alfonsín, pero lo que sucedió en esos años no fue poco, por el contrario, fue determinante. El pensamiento militarista, en ese entonces, se ocultaba en acusaciones como la “desmavilnización” y la desprotección de las instituciones militares.

Desactivar hipótesis como Antártida fue sacarles de las manos una gran porción de poder, presupuestos y razón para parasitar. El proceso de los `90, que tuvo sus reflujos, siguió siendo positivo. Durante el proceso hacia la reforma constitucional estuve principalmente dedicado a procurar el reconocimiento constitucional del derecho a la “Objeción de Conciencia”, el derecho a negarse a realizar el servicio militar obligatorio por razones morales. Teníamos que acabar con la más poderosa institución de disciplinamiento y militarización de la sociedad. Por esos años, desde el Taller Ecologista junto al SERPAJ, promovimos el reconocimiento a ese derecho y dimos cobertura a un grupo de “objetores”.

No logramos ese objetivo en la Constituyente de Santa Fe, nuestro lobby no pudo con los partidos políticos tradicionales, aún, con el Frente Grande, la novedad política de entonces.

Una situación muy loca vivimos cuando, en esos meses sucede el asesinato del soldado Carrasco en Neuquén. Ese hecho fue determinante para volcar la balanza, para que el Servicio Militar dejase de ser obligatorio. Menem, con su eficacia simplificadora, en agosto de 1994, borró del mapa una de las instituciones más tradicionales y aberrantes en la soimageciedad argentina. Una revolución, “Menem lo hizo” diría su propaganda electoral luego.

Desde entonces la historia ha sido muy distinta. Hoy los militares no son actores políticos, no deciden, no intervienen. Pero gastan plata y distraen aún recursos económicos y humanos que pueden ser destinados hacia otras áreas. Lamentablemente se incorporaron las mujeres al reclutamiento voluntario, una verdadera tontería.

Quiero aprovechar un artículo recientemente publicado por Martín Caparrós para reactivar el debate acerca de qué debemos hacer en materia de gasto militar. Son tantas las cosas que se podrían hacer con esos recursos. Podemos enseñar a miles de jóvenes a través de un servicio social voluntario a ayudar a la gente en situaciones de emergencia, a realizar tareas útiles, oficios, a manejar herramientas y no armas. Algunos dirán, “si el ejército acude en situaciones de emergencia!”, si, pero lo hace con instrumentos no aptos y gente no preparada para eso, podríamos hacerlo regularmente, hacerlo bien, con gente preparada y con los instrumentos necesarios. Hay tantas cosas que reparar, cuidar y rehacer en la Argentina, que tener gente grande haciendo simulacros de combates como chicos, gastando plata y aprendiendo lo que, si alguna vez se usa, será para dañarnos, es ridículo. Basta. ¿Quién querrá cerrar los cuarteles definitivamente?. ¿Cuándo?

Les dejo el artículo de Caparrós. a quien hay que agradecer su valentía y frontalidad. Ojalá haya quienes quieran seguir con el tema y seguir con el proceso de desmilitarización.

Cali

“El Taller Ecologista de Rosario viene realizando distintas campañas: * OBJECION DE CONCIENCIA: Un derecho humano que debe ser reconocido. En conjunto con el Servicio de Paz y Justicia y el grupo Nacimiento se inicia esta campaña a fines de 1993 con intensa actividad durante 1994. Se presentaron 7 jóvenes objetores de conciencia en Rosario y una mención en el nuevo texto de la Constitución Nacional. (Susana Moncalvillo, Dic.1995)”

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Sui Generis, tema del disco que nunca fue (1975)

Adiós a las armas

A veces me da por preguntarme para qué tenemos un ejército. O, como yo no tengo nada: para qué existe el ejército argentino.
M. Caparrós.

diario Crítica, 22.10.2009

Tampoco es que me suceda todo el tiempo, pero algunas tardes de esta primavera que no parece primavera me da por preguntarme para qué tenemos un ejército. O, como yo no tengo nada: para qué existe el ejército argentino. Durante más de un siglo, la respuesta fue más o menos clara: el ejército –tierra, agua o aire– era el reaseguro armado que tenían los ricos argentinos contra la posibilidad de un levantamiento de los sectores que querían compartir su poder, socavar su poder, sacarlos del poder. Así funcionó cuando se ac abaron las guerras territoriales –Colimbacontra los indios, contra los paraguayos, contra las provincias– y los que se alzaban eran los radicales, en 1890, en 1905; así funcionó, a partir de 1930, cada vez que los gobiernos democráticos no parecieron aptos para mantener la hegemonía de los ricos –porque eran populistas, porque molestaban a las grandes corporaciones, porque no conseguían reprimir todo lo necesario– y entonces los señores convocaban un par de reuniones, doraban píldoras, prometían prebendas y mandaban al ejército a poner orden –y gobernar, junto con ellos, unos años. El ejército, en esos años felices, era uno de los polos de la política argentina y, precavidos, muchos ricos mandaban a algún hijo menor a formar parte de ese cuerpo, a mantener una mano en el pomo. Era lógico: necesitaban ese poder armado. Pero ahora –por ahora– la democracia les garantiza el control y la supervivencia del sistema, y los golpes están muy desprestigiados y terminan por salir muy caros, así que el ejército ya no les interesa. Por eso, entre otras cosas, lo fueron achicando; por eso, entre otras cosas, ya no mandan a sus hijos al Liceo y ahora los coroneles de la Nación no se llaman Anchorena sino Spichicuchi.

–Pero estimado, lo que usted dice son infundios, pura ideología. El ejército es el esqueleto de la patria, el legado del Libertador.

–Sí, ya sé, y también sirve para los desfiles. Pero últimamente no va mucha gente. Ya con la selección tenemos suficiente.

–Evite los golpes bajos, por favor. Nuestro ejército nos sirve sobre todo para defendernos de los enemigos de la argentinidad.

–Por supuesto. ¿Y cuáles serían esos enemigos?

La última vez –una de las muy pocas– que el ejército sanmartiniano peleó contra extranjeros fue en 1982, Islas Malvinas, y ya todos sabemos cómo fue: la tontería soberbia de pensar que una banda de inútiles mal preparados y peor equipados podía abollar siquiera la carrocería de uno de los ejércitos potentes de este mundo. Fuera de eso llevamos, grasiadió, más de cien años sin una pinche guerra externa. Y, lo mejor: sin grandes perspectivas de tenerlas.

na17fo01En la paz, entonces, hay algo que los ejércitos sí suelen tener y que llaman, pomposamente –porque los términos científicos quedan bien, dan serio– “hipótesis de conflicto”. Hace años que me pregunto qué hipótesis de conflicto real puede sostener el ejército patrio. Con los ingleses ni hablar, porque no hay forma de que no perdamos. Con los birmanos, checoslovacos, norvietnamitas y otros demonios soviéticos va a ser complicado –para empezar, porque habría que encontrar una buena excusa; para seguir, porque viven muy lejos; para terminar, porque ya no existen. Con los franceses o los indios o los australianos tampoco suena lógico; quedan, por supuesto, los vecinos. La posibilidad de que vayamos al combate contra Chile, un suponer, por diez leguas de hielos continentales, o contra Paraguay por el agua de un estero, o contra Brasil por un casino en Iguazú o un penal mal cobrado es cada vez más tenue. El mundo actual está lleno de organizaciones y mecanismos para que eso no suceda, y el nivel de conflicto al que –eventual, remotamente– podríamos llegar con nuestros vecinos es perfecto para que lo solucione una de esas mediaciones.

Lo cual es tan afortunado porque, de todas formas, no estamos a la altura. Nuestro ejército –desprestigiado, descuidado, justamente reducido, mal equipado– no sería capaz de combatir dos días seguidos contra Brasil, que acaba de comprarse 17.000 millones de dólares en aviones, helicópteros y submarinos nucleares, y ni siquiera contra Chile, que también acumula fierros a lo bobo. América Latina sigue llena de pobres, pero nuestros vecinos están derrochando fortunas: el gasto militar en la región se duplicó en los cinco últimos años. Lo cual nos deja dos opciones: o sumarnos de atrás a una carrera carísima que no podemos permitirnos y vamos a perder de cualquier modo, o hacer de necesidad virtud y declarar que no queremos ni precisamos un ejército, transformar la Argentina en un país desarmado –o relativamente desarmado– y decir que somos los más buenos y razonables y maravillosos. Y quizás, incluso, alguien nos crea. Nosotros mismos, por ejemplo.

image Sería fantástico. Una medida inteligente, desapasionada, modélica –y, encima, muy rentable. El presupuesto nacional de este año prevé gastar 5.900 millones de pesos, un 2.5 por ciento del total, en las fuerzas armadas. Esos 5.900 millones son más que los 5.000 que se dedican a la asistencia social, por ejemplo –que podría entonces duplicarse. O son un 66 por ciento del presupuesto de salud, que podría crecer en dos tercios, o el equivalente de 120 hospitales buenos nuevos. O un tercio más que el presupuesto de ciencia y técnica; un área que, si recibiera esa inyección, podría ayudar a intentar un país que dejara de ser el sojero de los chanchos chinos. Eso sin contar las numerosas posesiones de las tres fuerzas que podrían servir para escuelas, hospitales, empresas públicas, iniciativas mixtas. Y habría miles de empleados más o menos capacitados que podrían reciclarse en otros empleos –con un lapso largo de readaptación y seguro de desempleo a cargo del Estado. Muchos de ellos, incluso, podrían aumentar las fuerzas de seguridad –que ahora parece una de las prioridades de la política argentina.

Aún así, sería extraordinario. ¿Se imaginan el desfile del 9 de julio de escuelas, asociaciones, clubes de barrio, criadores de llamas y vicuñas? ¿Se imaginan el edificio Libertador sede de tres carreras de la UBA? ¿Se imaginan los dólares de los turistas japoneses por un crucero en verdadero portaaviones a la Antártida? ¿Se imaginan la cantidad de pilotos realmente preparados que podrían trabajar en Aerolíneas? ¿Se imaginan las grandes estaciones de experimentación agrícola de yuyito en las tierras ex-militares? ¿Se imaginan al presidente Pepe Mujica declarándonos la guerra para defender sus plantas de papel y a nuestro gobierno diciéndole que sí faltaba más con todo gusto pero nosotros no hacemos esas cosas, que si quiere invadir que invada nomás, que la fuerza es el derecho de las bestias?

Quedaríamos tan bien, sería todo tan lindo: nada te legitima tanto frente a una situación de conflicto como no querer ningún conflicto. Solucionaríamos un par de problemas acuciantes y, de yapa, seríamos un país envidiado, estudiado, un caso testigo, un orgullo menor en una época en que andamos tan escasos de orgullitos: de cómo una sociedad se desembarazó de un parásito arcaizante que no le servía para nada y consiguió convertir esos recursos perdidos en beneficio para su sociedad. Porque, de todas formas, insisto, lo que tenemos es un ejército de utilería, de opereta: un ejército que sirve para decir que tenemos un ejército pero no tiene hipótesis de conflicto razonables ni medios para llevarlas adelante. En tales condiciones, no tiene ningún sentido conservarlo. A menos que los ricos quieran guardarlo por si de nuevo necesitan patotearnos y matarnos; si así fuera no deberíamos pedir su cierre para mejorar un par de cosas; deberíamos exigirlo por puro instinto de supervivencia. Lo digo en serio: me parece que vale la pena pensarlo, darle vueltas, proponerlo. Es el momento, como casi siempre.