miércoles, 6 de agosto de 2008

vacío sideral

recuerda que la luna

es sólo un cuerpo

entre tus lagrimas

y el vacío sideral...

de "vacío sideral", de Luis Alberto Spinetta,

del CD "Un mañana" (2008)


Ahora que me compré "Un mañana" y comienzo de a poco a desmenuzarlo (al igual que a todos los discos de Spinetta, yo necesito mi tiempo para degustarlos) aprovecho para compartir la nota que publicó la revista C del diario Crítica este último Domingo.



“El rock no es un tarado drogado”


Pasaron cuarenta años desde que grabó su primera canción, “Tema de Pototo”, y acaba de sacar su disco número 36. No vive encerrado, simplemente da pocas entrevistas. Cuando lo hace, siempre tiene algo para decir: sobre la música y el ego de los músicos, las tragedias nacionales y las máquinas de destrozar Charlies y Fitos.



Por Tomás Ohanian y Guido Bilbao


Luis Alberto Spinetta está sentado ante una computadora. Edita un video, su video, el primero de su flamante disco Un mañana. Se pone de pie y tarda en hacerlo porque está hablando de fútbol. Reconocido hincha de River, dice que al principio Simeone no lo convencía, que esa cosa mercantilista del fútbol lo fatiga, pensaba que tendría que haberse quedado en Estudiantes. Pero que al final salió campeón y trabajó bien. Le tiene fe.

Camina hacia la calle mientras se calza un gorrito, gafas y una campera inmensa. Se inventa un look para las fotos. No quiere mostrar el pelo largo y desparejo que lleva y que se dejó crecer para el video. También tenía barba pero ya se afeitó. En los pasillos cuelgan dibujos de Almendra y discos de los Kuryaki. Al salir, lo primero que hace es levantar la mano y saludar al panadero de la esquina que, desde atrás del mostrador y a casi cuarenta metros, le devuelve el saludo. Después posa delante de un portón azul, dibuja en el aire una puerta que intenta abrir sin suerte, se abraza a una planta de Ginseng para asomar su cara entre las flores y decir gentilmente que ya está. Spinetta es una especie de autoexiliado de los medios que se presta poco a estos juegos y muy cada tanto. Una leyenda que siempre ha parecido un paso adelante del resto, como quien sabe algo que los demás no. Y que vuelve al ruedo con doce canciones que le recuerdan al mundo la existencia de su don. Cuando se cumplen cuarenta años de la formación de Almendra, Spinetta sigue grabando sin descanso y, sobre todo, es un hombre dedicado a su familia.


La charla sucede en su estudio de grabación. Spinetta ofrece té verde en cazuelitas japonesas.


—Yo tengo cinco nietos, cuatro varones y una nena. Cuando miro a la bebé me fragilizo. ¿Qué querés? Para mí ese mundo es muy feliz, no tengo por qué romperlo ni con mi ego ni con mis mierdas. Es el mundo concebido para la imaginación o para enseñarles a dibujar en la compu a ellos cuando crezcan. La otra vez vino Fito con sus dos hijos y yo me enternezco con ellos de una manera… Y Martín me empezó a pedir que le mostrara mis dibujos de autos, un preview de autos todos pintados, re–grossos. Y se volvió loco. Hasta que se fue le estuve dibujando autos. Y después me pidió un avión, ¿entendés?... De tal palo tal astilla ¿no?... Mis nietos me miran y me dicen: “Abuelo, quiero hojas”. Ni me saludan, vienen a dibujar acá. Eso es maravilloso.


—¿Por qué te parece que la idea de la familia está alejada del imaginario rockero?


—Para mí el rock y las violas eléctricas y John Lennon y todo servían para esto, no para la maldad, ¿ok? Para mí, la belleza del rock, la rebeldía que tuvimos siempre y los tonos lindos o el rock pesado, duro, como venga, fue para alimentar una cosa positiva. Lo otro es “lo que quedó de…” De años de toda esta porquería. En vez de hacer escuelas u hospitales se construyen shoppings. Ahora los pibes no saben qué hacer con su tiempo.Están en pedo.


—Hace poco fuiste elegido por los músicos como el artista más influyente del rock.


—¡Pero más influyente es Ricky Maravilla, boludo! O cualquiera de estos muchachos que hacen ese tipo de cosas. Dado lo que pasa con la música, hermano… No mientan, ¿viste? El rock no es un tarado, todo drogado, haciendo todo mal, no produciendo una puta canción o todas canciones espantosas y aburridas. Sino que significa alguien laburando para mejorar las cosas. Para mí eso es rock. Lo otro es todo un ego de pajeros

que no tiene límite. ¡Déjense de joder! Encima para tocarte una porquería. No sé, yo conozco músicos que se han falopeado con unas cosas carísimas para componer una puta cumbia... Tené respeto por Charlie Parker, ¿entendés? Si lo vas a hacer, hacelo por una causa noble.


—Siempre hablás de una especie de mezquindad en el mundo de la música. ¿A qué te referís?


—Hay mezquindad en todo. Es decir: te querés divertir, podés hacerlo con algo muy bello o podés divertirte con una porquería, es algo muy simple. Está en el ser humano, no es que mi intención sea modificar los comportamientos de nadie. Simplemente es llegar a un sentido común. ¿Cuál es? La belleza. Si eso no lo entendés… La sopa tiene fideos o arroz, pero es sopa. Es eso. Cuando vos usás la música como una fuente de ambición para tu ego, para llenarte de dinero, hasta lo podés lograr. Y que tu canción la repita todo el mundo, también. Pero la belleza reside en otro lado, que no puedo especificar. Yo busco eso en todo lo que hago. Obviamente, a veces tengo que cortar un bife y ponerlo en la plancha, no es muy lindo de hacer.


—También eligieron Artaud como el disco más importante de la historia del rock nacional.


—Lo veo muy bien porque ahora está Luis Almirante Brown (el personaje de Peter Capusotto y sus videos), que le hace contrapeso (risas). Fue para eso en realidad que hice Artaud. Para que después aparezca “Artaud para millones”. O sea, realmente, ¿qué es Artaud sino una especie de Un mañana de otra época? Yo lo vivo como que… que hice algo bueno. Listo. Si ustedes me dicen que mi mejor tema es “Me gusta ese tajo”, qué se yo, sería un bruto rockero, falopero hasta el último día, no sé. Por eso, me gustaría poder hacer cosas que fueran como Artaud, porque cada cosa la pensé así: como si fuera un estallido artístico. Que pongas el disco y te pasen múltiples cosas por la cabeza, que puedas soñar en parte con aquello que te imaginás y no podés expresar.Y uno, cuando termina un disco, a veces no sabe qué fue incapaz de articular dentro de eso. Y después empieza a notar…


—Las comisuras…


—Exacto, entonces uno no termina de hacerlo. Viene otro, ahora. Viene otro trabajo y hay que emprenderlo ya, para tener aire, para hacerlo sin premura. Que se vaya haciendo piolamente. Si le metemos buena energía a las cosas, esto es un paraíso,

hermano. Si venimos todos de gamulina, vamos a terminar entre delincuentes, cada vez peor. Yo empujo, empujo, empujo en pos de algo que vaya para adelante, para que la gente esté mejor. No sé cómo lograrlo, pero utilizo la música para intentar. Pero si no alimentás, digamos, todos los recursos de los momentos del día, ya te empezás a perder la película que yo quiero ver.


Santa Fe


—¿Cómo es encarar un nuevo trabajo cuando ya se grabaron 35 discos?


—Grabar con los años se ha convertido en un proceso bastante eficiente. Es un poco fanfarrón, pero esa es la verdad. O sea, vos vas sumando este disco, el otro, el otro… Y este disco en particular está cargado de un montón de cosas que sucedieron. Spinetta escribió Un mañana atravesado por la tragedia de Santa Fe, en la que nueve chicos del colegio Ecos murieron en un accidente cuando volvían del Chaco luego de un viaje social. Vera, su hija, iba a la misma escuela secundaria y era amiga de los chicos. Spinetta sintió la tragedia salirse de la tele para estallar en su casa y se puso en movimiento. Incluso llegó a tocar en vivo una canción compuesta por un chico que murió en el accidente, Benjamín Bravo.


—No es que el disco esté hecho por eso ni para eso, sino que estoy ingresando en una causa muy importante como es la tragedia de Santa Fe y, sobre todo, el proyecto Conduciendo a Conciencia. Lo estoy transportando al disco para que eso concientice.

Hay que entender que este disco tiene muchas connotaciones de carácter afectivo,

emocional. Hay algo de pérdida y algo de nacimiento en él.


—¿Por qué te comprometiste tanto con la tragedia de Santa Fe?


—Yo la he visto a mi hija Vera aullar cuando sucedió… Qué se yo, nunca me pasaron cosas así. Quizás no hubiera tomado conciencia de no ser por ella. Los padres, cuando se juntaron conmigo, me preguntaron: “Si Vera no fuera al mismo colegio que los chicos, ¿nos ignorarías?” Y yo les dije: ‘Y, la verdad que posiblemente…’”


—Nadie quiere el horror.


—Eso no quiere decir que espiritualmente no adhiriera a ellos y que si, de última, venían a pedir que tocara, voy, lo hago, ¿cómo no? Cuando es una causa que sirve es más importante que los Pepsis y todas las boludeces, ¿okey? El 8 de octubre se

festeja el día del estudiante solidario y por eso hace poco estuvimos reunidos con León Gieco, con Javier Malosetti… tratando de armar un Obras. Hemos compuesto una canción para esto, también. Es como que uno tiene que redoblar el esfuerzo a como dé lugar. Me doy mucha manija cuando me junto con los padres. Es desesperante no poder curar el dolor de inmediato para esta gente. Ellos te agradecen, te convidan. Son maravillosos. Es una lección de vida de la puta madre, que jamás esperaba recibir.


—Llamaste a ese accidente “el Cromagnon de los viajes de Egresados”.


—Sí, exacto. Porque los padres le reclaman al colegio, y el colegio lo delega en la agencia de turismo, y la agencia de turismo se lo pasa a quien alquila los micros, y los que alquilan los micros se lo pasa a los choferes… Es como el Cromagnon sin fuego. La ignorancia estuvo de parte de un tipo en pedo que ya se había llevado un espejo retrovisor de un auto tirándole el acoplado y al final, bueno, lo que pasó. ¿Por qué? ¿Si ahora no están los milicos, por qué hacen eso? Como lo de Cromagnon, la deficiencia de la educación es la única causa por la que un pibe cree que en un lugar cerrado puede prender una bengala y que no pase nada. Es como si fuera dos más dos, ocho. Así es. Ig–no–ran–cia. No tiene la culpa ni la coima de la cana, ni nada que se le parezca. Al contrario, la coima es el mismo proceso.


—¿En qué cosas notás el paso de los años en tu forma de mirar el mundo?


—Por ahí, no me hubiese detenido a hacer estas cosas en la época de Pescado, ya que hablamos de temporadas y eso. Es otra idea. Uno cuando es más pendejo quizás hasta no valore del todo las cosas importantes, va más al ego, a lo instantáneo: un poco abusar de uno, lo que sea. Y después, a medida que te vas volviendo más rocalloso, en el buen sentido, reconocés los valores de las cosas, en las cuales el ego jugó siempre un papel en contra. Las ambiciones personales siempre jugaron en contra de una idea de reflejarse en la gente y que la gente esté bien, que sea lindo, que no se maten en las rutas por boludeces. Que nos sucedan cosas importantes, de crecimiento para nuestros hijos. Y a esta edad es como que si en un momento te agarra una sacatraca, ves a un país desmoronado espiritualmente, políticamente, con una cultura que no alcanza a crecer del todo.


—Sin embargo el disco no suena lúgubre, ni triste.


—Hay como un esfuerzo por llenar, por contestarle a Vera… Por ejemplo, en el tema del disco llamado “No quiere decir”, digo: “que el sol te cubra no quiere decir que no tengas más frío”, o sea, no te la creas tanto. Se trata de que sepas equilibrar tus emociones, en un momento en el que perdiste a tus amigos. Y sirve para uno mismo, también. Porque llega una edad en la que uno pierde a los amigos, como el Tuerto Wirtz (Daniel, ex baterista de Spinetta y los Socios del Desierto). Entonces te destrozás. Pero en realidad a uno no le pasa nada, pero se destroza porque lo que hace es reconocer su propio fin inexorable.


—El disco también está dedicado a Carlos Fuentealba, el maestro neuquino asesinado durante una protesta gremial.


—Hay tantas personas que injustamente han perecido. Podés nombrar personas cuya muerte genera y advierte sobre el poder, como Fuentealba o Kosteki y Santillán. Gente que muere en manos del Estado, de su falencia, de su fracaso institucional después de los milicos. La política evidentemente demuestra su falta de amor por la patria. Fuentealba es el ejemplo de la otra cosa: no es la muerte por un accidente en Santa Fe; no es la muerte de Olga, la curandera de mi barrio, que murió de un paro cardíaco, a la que también le hice una canción. Es la muerte circunstancial, es la muerte por un latigazo específico de alguien que le hace mal a la gente. Es otra forma de verlo y que está incluida también en el disco. Me pongo un poco filosófico, pero en realidad el disco no contaba con ninguna de estas cuestiones en sí. Es sólo música y letras, que se reúnen por el destino. Es como una casualidad. Y hay algo también de querer rescatar ese abismo, ponerlo en el lugar que va. Poder sostener el llanto de los hijos que perdieron a sus hermanos. Eso es muy importante para mí.


Casa


En el living de la casa–estudio donde Spinetta pasa su vida, hay una computadora Mac con la que lucha —él usa ese verbo— todos los días. No hay mucho más: dos sillones, una mesa y, hacia la izquierda, una gran cocina repleta de woks, ollas y sartenes de todos los tamaños. Spinetta, dicen los que lo han testeado, es un gran cocinero. Frente a la mesada hay un televisor de 20 pulgadas.


—¿Cómo es tu vida cotidiana?


—Dibujo mucho. Tengo una colección de ilustración digital, que es como un arte personal. Como dibujar viñetas de automóviles. O hacer mandalas. Tengo una colección… Son como 700 mandalas y 800 dibujos de esferas y otros profundos. Generalmente son reiterativos, es como una sucesión de imágenes. Pero cuando vos dibujás un auto te das cuenta de que estás intentando emular la posición social de aquel que lo hace de verdad. Me encantaría ser un pendejo de la universidad y laburar dibujando Lamborghinis. ¿Para qué? No sé. Si respiran cinco Lamborghinis juntos en un lugar donde hay pajaritos, se mueren; los motores aspiran tanto aire que se caen los pajaritos. Entonces, ¿qué pasa? Hay una parte que lucha contra el complaciente que se auto–adula con los automóviles y eso. Entonces yo dibujo autos pero no me gusta mostrarlos, es como si fuera un interior perverso. Me muero con esos caños de una manera terrible. ¡Pero a la vez no! Porque vas a ir a 300 kilómetros por hora y vas a matar a un pibe, ¿okey?


—Mejor dibujarlos.


—La idea es esa. Uno tiene que saber priorizar aquello que se ha integrado con uno para crear, no para estupidizar. Entonces está claro que dibujar autos tiene un significado y hacer dibujos abstractos, otro, algo más espiritual. Por lo menos para mí. Existen diferentes planos para poder jugar y estar constantemente creando, de alguna manera. Así es mi vida. Sino, creo con la comida o con la computadora, o estoy componiendo o grabando.


—¿Paraste en algún momento?


—Parar de crear, no. “Parar” es parar la máquina de aquello que se requiere para la producción de ingresos (risas). ¡Vivimos para pagar! Hemos nacido libres, nos educamos, somos ingenieros, filósofos. Nacemos para garpar guita. ¿No se dan cuenta, a medida que van creciendo, cómo la cuenta del Banco empieza a ser un apriete terrible? Y vivimos pagando, pagando, pagando. Recibimos y pagamos. Sería muy sórdido vivir así para alguien que hace música. Hay que motivarse a crear en todas las maneras: escribiendo una poesía bien temprano relacionada a algo que sentí adentro mío o a algo de un sueño… O viendo TV. Veo mucha TV, pero bien; no veo trash TV, ¿okey? Veo aquello que tiene ingenio humano, arte, deporte… documentales. Por más que mis temas salgan de una visión o de lo que sea, o que yo te dibuje mandalas dimensionales, soy el mismo boludo de siempre que hace lo que hay que hacer. No es que me rajo para no ver el país o para ver sólo una parte de la realidad. Nadie me la quita esa visión, no estoy en un plan de ostracismo. Hace poco mi viejo estuvo muy enfermo, se curó y ahora sufre una secuela. Suspendí mis shows un poco por eso… Pero son decisiones naturales. Si estuvieran más cerca mío podrían comprobar cómo me muevo a diario, con una dosis de realidad que, de no ser así, yo sería una piltrafa humana en un manicomio. O estaría preso, o ya me hubiese matado, no sé. Entonces, para mí es muy importante consolidar todos esos afectos en esta etapa de mi vida y volcarlo en la música con ternura, por ejemplo, para mis nietos. Tratar de eludir la hostilidad. Vivimos en una sociedad sumamente hostil.


Say No More


—¿Qué pensás sobre la internación de Charly y todo lo que se montó alrededor?


—Yo pienso que si alguien toca el cielo y vos le exigís que lo haga mil veces, alguna vez cuando va a volar por ahí lo agarra un rayo. Entonces nosotros no podemos pretender que él sea toda la vida el mago de siempre. Ni yo ni nadie lo logra. ¿Por qué se lo exigimos a él? ¿Qué es lo que falta que nos dé? ¿Qué mierda queremos de él? Creo que justamente el ego es la parte más débil de García. Se jugó un papel muy sobresaliente, muy mediático. Y ese es un círculo vicioso porque los medios te liquidan. Por eso, tener esa línea de “que nadie se entere”, suponete, a veces es mejor que la línea totalmente abierta del quilombo. Por otro lado, si vos te aniquilás sin que nadie se entere, terminás aniquilado igual, ¿okey? A Charly no se lo puede quitar lo genial, ni la peor hazaña que pueda realizar. Somos un poco buitres con respecto a eso, queremos que el tipo, aunque esté caído, nos siga dando algo que nosotros consideramos tal cosa y todo lo que no sea eso no lo queremos. La gente quiere que algunos artistas sean un Mc Donalds de crear arte. No existe eso. No nos engañemos. ¿Qué le pedimos? ¿Qué somos capaces de darle?


—¿Por qué no llegaron a terminar el disco que iban a grabar juntos, del que salió “Rezo por vos”? Charly siempre dijo que había demasiada energía…


—Básicamente, yo estaba en otra cosa, no podía seguir ese tren. Con mis hijos chicos… No era mi forma de vivir, no podía simplemente seguirlo a él. Se le ocurría llamarte a cualquier hora para grabar y yo tenía mis cosas. Cuando vi que eso no caminaba, no volví a insistir. Relacionado con la música, todo bien. La gente que me rodeó a mí siempre fue mi familia, mis amigos del alma y nada más. García no es así, pero no tiene por qué serlo. ¿Por qué debería estar tan tranquilo? Es un genio, es un divino, tiene que ponerse bien y volver a hacer buena música, como a él se le ocurra. Y lo aplaudiremos otra vez. Sino, estamos haciendo fuerza sobre algo demasiado débil… Yo les digo que esta parte es la peor del reportaje, eh. Porque… ¿qué puedo decir yo?


—¿De dónde te parece que sale esa cosa caníbal? A veces también parece que está de moda pegarle a Fito Páez, por las películas,sus últimos discos…


—Le pegan porque es Fito. A Perón le cortaron las manos y San Martín está en el billete de cinco. O sea, ya sabemos. Forma parte de nuestro acervo, de nuestra lengua popular. Podemos erigir lo que queramos y destronarlo absolutamente aunque sea lo elegido y lo amado. Tenemos esa propiedad prácticamente femenina, ¿no? De ida y vuelta. En ese sentido somos unas putas porque erigimos algo, lo amamos, lo apoyamos y después, cuando el tipo se va a sentar, le sacamos la silla y pum. Mirá vos, los sucesos que venimos de vivir políticamente. Algunos lo consideran bien, otros mal. La prensa totalmente monopólica, absolutamente enfermiza, va para un lado, la gente para el otro. El peronismo va para un lado, los radicales aprovechan... O sea, es espantoso en ese aspecto… ¿En dónde estábamos, me podés refrescar?


—En San Martín en los billetes de cinco pesos.


—La gente quiere lo que no se obtiene, no se contenta con esos genios que le han dado amor. Quiere algo que no se sabe qué es. Es como si fuera pasto para la hoguera de la desilusión y la frustración de los personajes que caen. Y ese dolor le gusta a la gente verlo y son los buitres del dolor. Por eso, por mí pueden demonizar lo que quieran. También estaban los cantos contra Gustavo Cerati. ¿Quién es el que se empoma a quién, en definitiva? La ignorancia de la gente construye esos acentos.


—Y con vos no se meten, ¿supiste correrte de ese lugar?


—Yo estuve en la palestra, llegado el momento, por un amor o por algo que me hizo aparecer en todos lados. Hicieron sashimi de Luis Alberto. Todo lo que no habían podido hacer conmigo lo hicieron en ese preciso momento, duró un tiempo y punto. Tampoco me hago demasiado el cancherito, ¿entendés? Escuché hablar sobre mí a colegas que luego se enamoraron de personajes divinos y ahora están ellos en el banquillo del acusado. Y en ese momento, por ahí, me bajaron la caña. O Pettinato, que dijo que yo estaba en Pescado Baboso. La otra vez le dije: ‘Pelotudo, vos te burlaste de mi amor. ¿Cómo te burlaste de MI amor, estás loco? ¿Yo alguna vez me metí con tu amor?’ De mi nueva novia dijo otra cosa, peor. Entonces, la imbecilidad tiene un precio, que es la ignorancia. Un día te encontrás con que fuiste tan ignorante… Y no queda tiempo para recuperarse de la ignorancia en la vida. Entonces es preferible un minuto de pelotudo y no la vida entera de ignorante. Proverbio chino. Este tipo de cosas, en el fútbol, pasan de manera escandalosa.


—Sufriste bastante el año pasado con los partidos de River…


—Mirá, es indudable que nosotros pretendemos tener por lo menos diez años mejores que los que tuvo Boca Juniors. Ese es el ansia de todo Gallina. Y ahí morimos. El que no lo acepta es un necio que no se da cuenta del campañón de Boca en los últimos años. La misión del Gallina es romper eso y llegar a ser el club más ganador en títulos internacionales. Es la aspiración de River. ¿Pero cómo lo veo? Si juega bien, me encanta, porque River cuando gana, no gana de pedo. Gana porque juega bien. De pedo, a veces, le han ganado. River cuando gana, gana con todo. Lo único que falta es que nos caguemos también en eso.



2 comentarios:

  1. ¡Buenísima! Quería leerla desde que vi la tapa. Un gusto ir conociendo a este señor, quien hasta hace un tiempo me era ajeno.

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  2. Excelente nota. Aunque el diga q no, es nuestro gurú! y lo amamos. Que grande Luis, gracias por compartir la nota no la habia leido.!

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